Melissa.
Mi amigo se me acerca lentamente hasta que logro tocar la pared con mi espalda.
—¿Qué haces? —pregunto muy nerviosa.
—Yo debería preguntarte... ¿Qué es lo que te pasa a ti?
— ¿A-aaa a mí? ¿Por qué? ¿Qué hice?
—Estás comportándote... Muy extraña. Has estado nerviosa toda la cena, parece como si algo estuviera sucediéndote. ¿Dime qué está pasando?
Luc me conoce muy bien, bastante bien como para no poder ocultarle que ahora mismo estoy aterrada. No sé qué hacer, ni cómo reaccionar ante todo el manojo de emociones que se encienden ahora cuando él está presente. Lo que siento por este hombre se me está saliendo de las manos.
—He tenido un día difícil... En el trabajo —digo por fin.
—¡Eso es mentira, cara!, y realmente estás agotando mi paciencia. ¿Acaso hay un problema con ese tipo? ¿Te hizo algo?
—¿Qué dices? No se trata de eso. Sabes perfectamente que ustedes nunca se han llevado bien —me muevo un poco para evitar su cercanía que está destrozando mis nervios, pero él no se mueve del lugar, más bien se junta más a mí, tomándome de las mejillas para que lo mire directamente.
—Cara… sea lo que sea, tendrás que soltarlo, ¡Te juro que yo haría cualquier cosa por ti! Lo sabes, ¿verdad?
Mis ojos viajan directo a su boca, mientras siento como mi garganta pasa un trago difícil. Tengo unas enormes ganas de besarlo, una ansiedad tremenda comienza a envolverme por completo, y mi mente me grita que lo haga.
—Lo sé... —digo mientras suavemente me junto a él en un abrazo para no cometer una estupidez—. Es estrés, solo eso, créeme.
Sus brazos me envuelven de una forma posesiva y sus manos acarician mi espalda. No podré salir de esta situación si sigue así. No podré.
—Entonces por favor no dudes en contar conmigo...
Le asomo una sonrisa sincera, como si los años hubiesen regresado, y le coloco mi mano en su mejilla para tranquilizarlo.
—Solo no piques más a Erick, no quiero que se arruine la intención de tú novia, Luc... Por favor.
Sus ojos se cierran instantáneamente mientras sostiene mi mano en su rostro, y por si fuera poco para mi estado de conmoción, mi amigo gira levemente su rostro y besa la palma de mi mano, erizando todos los vellos de mi cuerpo.
Una oleada de calor intensa aprieta mi vientre, mientras lucho por ejercer control para conmigo misma.
Mis labios se abren por voluntad propia. ¿Por qué está haciendo esto?
Los golpes a la puerta junto con, “hay alguien allí” nos sacan del momento tan íntimo, —para mí—. Las mejillas de mi rostro se tiñen, lo puedo percibir por el calor que siento en el rostro.
La sonrisa ladeada de Luc me hace negar varias veces con la cabeza.
—Ya nos descubrieron, así que quita esa cara de avergonzada —dice tocando mi nariz con su dedo.
Entonces abre por fin la puerta, y una señora de media edad nos mira con terror y mucho reproche. Luc sonríe como si se tratara de una broma, y se acomoda la chaqueta para retirarse completamente del lugar, dejándome con la vergüenza plantada.
¿Cómo puedo pasar de querer arrancarle la boca, a matarlo?
La mujer entra por fin tratando de ocultar su rostro acusador; por otro lado, decido por pasarme las manos mojadas por la nuca y aliviar un poco la alta temperatura que se ha instalado en mi cuerpo.
Resoplo varias veces. Ahora que no veo tensión en Luc y en mí, puedo sobrellevar la cena mucho mejor. Pero la sensación que tiene mi cuerpo cada vez que obtengo al menos una mirada de él, no se irá, pero tampoco él sabrá que eso está pasándome.
Camino rápidamente a la mesa, en cuanto llego, están solo Erick y Dafne charlando, entre tanto la comida es servida.
—Lo siento, el baño estuvo ocupado un tiempo —digo mientras me siento y observo el rostro serio de Erick.
—No te preocupes, acaban de servir la cena. Luc está contestando una llamada... qué pena —dice Dafne avergonzada.
—¿Qué tal si comenzamos a comer? ¡Me encanta la comida caliente! —repone Erick sin dar tanta importancia al asunto.
Todos concordamos y comenzamos a comer.
Luc llega a los minutos susurrando algo en el oído de Dafne, para luego dedicarse a su plato. Su acto de cierta forma me crea una irritación.
Ver ese escenario en donde Luc es lindo con otra persona de forma más íntima, me hace sentir realmente inestable, es como si de alguna forma quisiera estar yo en ese lugar, es como si de repente, el conocimiento estuviese revelándose ante mis ojos de lo que siento.
Quisiera decirle a mi amigo todo lo que me está pasando, incluso si estuviera en otra situación, lo haría sin pensarlo. ¿Pero cómo podría ser capaz de colocarlo en semejante situación? ¿Cómo podría ser yo tan egoísta?
—Después del compromiso, ¿cuándo fijarán fecha de boda? —la pregunta relajada de Erick me cae como un balde de agua helada.
Así que levanto expectante la mirada queriendo conocer la respuesta. El rostro de Dafne se tiñe acalorado, su tez blanca ha desaparecido para ruborizarse ante la pregunta, y alza su rostro en dirección de Luc, con duda.
—No lo sabemos todavía... —ella responde.
—Pero… ¿será pronto? —la pregunta sale de mi boca tan rápido que no me dio tiempo de tener un poco de prudencia.
—Aún no hemos hablado de ello —contesta Luc de nuevo con su inigualable mirada intensa.
Un suspiro sale de mi boca asentando con la cabeza, y trato de reparar mi estupidez.
—¿Cuál es tu preferencia en decoración...? Me refiero a… colores, flores entre otras cosas —le pregunto directamente a Dafne, mientras Erick come juicioso y Luc toma su copa de vino en la mano.
—Me encanta el color rojo —dice animada—. Y me gustaría mucho, rosas rojas.
Una leve tos es gestada por Luc mientras trata de disimular su reacción.
Él detesta el color rojo.
—¿Te encuentras bien? —pregunto en su dirección apretando los labios para amortiguar la risa que tengo contenida—. Dafne —vuelvo a intervenir—. Creo que con esa decoración quedarían geniales unos manteles azules...
—¿Cierto? No se Mell, pero creo que me leíste la mente.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ven... a Mí