Melissa.
“La recompensa por la conformidad es que le gustes a todo el mundo, excepto a ti mismo.” — Rita Mae Brown.
Tomé un suspiro fuerte, y me giré de golpe para enfrentarlo
—Estoy trabajando —dije como por decir cualquier cosa.
—¡Me importa una mierda!
Mi rostro se transformó e iba a gritarle de todo en la cara, cuando tomo mis brazos me giró y me frenó en seco hacia la pared arrinconándome con su cuerpo.
—¿A qué estás jugando? —preguntó muy molesto, estrellando su aliento en mí a la vez que el pecho subía y bajaba.
—No sé de qué hablas, pero por supuesto nada de lo que hago, para ti es importante…
Su sonrisa salió cínica.
—Tú no sabes nada, cara, siempre te haces la idiota, y estoy harto de eso… ¿Por qué estás dejando que ese tipo te esté tocando?, ¿estás probándome acaso? ¿Qué mierdas crees que soy?
Lo miré entre sorprendida y enojada, sus manos estaban en mi cuello y su cuerpo estaba presionando el mío. Reprimí los ojos por la sensación que se apretaba en mi vientre, su olor me estaba volviendo loca.
—¿Y tú?, ¿a qué juegas también? —nada de lo que estaba diciendo tenía coherencia, mi jefe era solo mi jefe, y no sabía a qué se refería con que él que me estaba tocando, pero había una cosa que quiera quitar de mi existencia y era la duda con respecto a Sara.
—Yo no juego a nada —dijo mirando mi boca.
—Y ¿por qué Sara ha estado manoseándote toda la noche?, ¿Por qué le correspondes a sus intenciones?
Luc se separó de mí impresionando frunciendo su ceño.
—No digas estupideces, Sara es como mi hermana y lo sabes muy bien…
—Ah, ¿sí? Eso no es lo que todos ven, y lo peor de todo es que tú le estás alimentando sus sentí….
La boca de Luc se estampó en la mía de una manera urgente a la vez que sus manos viajaron a mi cuerpo. No dudé un instante en también sujetarlo para pegarlo a mí lo más que podía, necesitaba hacerlo.
Sus toques eran ávidos, desesperados y frenéticos; a la vez que su boca devoraba la mía con gran aprensión. No sé por qué, ni en que estaba pensando, pero deslicé las manos dentro de su chaqueta y le quité de forma urgente. Pensé en algún momento que Luc iba a detenerse y a mirarme interrogante, pero no hizo más, sino profundizar su toque y su beso que estaba matándome cada segundo.
Me separé un segundo para tomar aire, mi labial estaba por toda su boca y luego subí a sus ojos, que brillaban con mucha fuerza.
—Esto es una locura, Luc… —dije con el aliento entrecortado.
—No importa, cara, no podré seguir si ahora mismo no te hago mía…
Las cosas estaban jodidas entre nosotros en todos los sentidos, mentiras, celos, verdades ocultas, espinas, amistad rota y más mentiras. Tenía muchas cosas por reprocharle, cosas que él no sabía, pero, aun así, quería culparlo. Nada estaba en la balanza entre lo justo y lo correcto, y yo estaba cansada de querer caminar como todos lo hacían.
Por hoy, y por este momento, no me placía pensar, ni ser correcta. Ni tampoco quería pensar en alguien más.
Tomé su rostro de inmediato y lo acerqué tanto como pude colocando su frente pegada a la mía, mientras su respiración estaba precipitada.
—Prométeme algo, por favor —dije reprimiendo mis ojos mientras mi corazón saltaba fuerte dentro de mí.
Luc abrió los ojos al mismo tiempo que yo y su respuesta fue un asentimiento.
—Cualquier persona —continué—. Cualquier mujer, menos Sara por favor…
Su mirada se hizo más intensa y por un momento sentí que mi petición le enojó.
—¿Estás celosa de Sara? Ella es como mi hermana, cara… deberías saberlo —repuso con fastidio.
—Nosotros dos parecíamos una hermandad también Luc, y míranos ahora…
—Mell… —susurró cambiando su semblante, pero puse mi dedo en su boca a la vez que negué varias veces.
—Bésame… —le pedí con lágrimas en los ojos, pero él no esperó demasiado para notarlas.
Luc me tomó en sus brazos como si fuese una pluma, la tensión aún seguía entre nosotros, y muchas de las cosas que la mente pensaba, pero que nuestras bocas no pronunciaban. Moría por este momento, y por estar en sus brazos, pero me dolía la forma en como estaban pasaban las cosas.
Luc me colocó de forma cuidadosa en un sofá amplio en la habitación, y sin esperar comenzó a besarme lentamente.
—No quiero que nadie toque esta piel, Cara… ¿Por qué me haces sufrir de esta manera? —preguntó angustiado mientras que nuestras manos se juntaban.
Negué mientras mis ojos se conectaban a los suyos y varias lágrimas se derramaron por mi mejilla sin contenerlas.
Él abrió mucho los ojos y quiso detenerse, entonces tomé su rostro y comencé a besarlo. Estaba desesperada por tenerlo, mi pecho dolía, y aun cuando estaba en sus brazos, me sentía triste. En cuestión de minutos alzó mi vestido, yo desabroché su pantalón y nuestros cuerpos se unieron de una forma inigualable.
Lo abracé, lo abracé todo el tiempo mientras las sensaciones, todas, se agrupaban en mi pecho. El acto era increíble, pero me dolía el corazón. Nosotros, yo, había reducido nuestra relación a este encuentro y parecía era lo único que nos quedaba.
Nuestras respiraciones chocaban, pero la mayor parte del tiempo nos besábamos, como si no hubiese un mañana y como si no quisiéramos que esto acabara.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ven... a Mí