Melissa.
—¿Todo va bien? Te vi un poco ida al final… —preguntó por fin mi feje cautelosamente, después de un largo rato silencioso.
—Lo siento, es cansancio —dije girando hacia su rostro con duda—. Pero todo está aquí. Debes darme algunos días para poder presentarte algo bien hecho.
—No te preocupes por eso —respondió deteniendo el auto frente a mi casa—. Lo digo más por ti, creo que tú animas cambio.
Asentí.
—Hay algunas personas importantes para mí, que han estado haciendo cosas que me hieren…
No sé por qué dije la frase, pero, sino que decía una palabra iba a estallar. Creo que hubiese preferido otra cachetada.
—Lo siento mucho Melissa, pero déjame decirte algo, mientras el hombre sea hombre, siempre fallará. No hay manera de que alguien sea perfecto. Incluso herimos cuando queremos satisfacer nuestras propias necesidades, somos egoístas y bueno, es mejor no tener expectativas, porque eso realmente nos decepciona mucho.
—Tienes razón, buenas noches, Jeremy —me atreví a decir con una media sonrisa triste y luego salí de su auto.
Él se despidió con la mano y luego comenzó andar.
Cuando llegué a mi cuarto, Maddie estaba roncando y ni siquiera pensé en seguir los pasos que todas las propagandas decían; no pueden dormir sin quitar el maquillaje, los vestidos se airean en una percha para luego lavarlos…
No iba a seguir nada de esa estupidez, estaba agotada, con mil cosas en la cabeza, y mi mejor amigo había destruido mi corazón en cuestión de segundos.
Yo ya no iba a esforzarme por él.
***
Parpadeé lentamente sintiéndome muy incómoda por la posición en que dormí anoche, Mad tenía muy mal dormir, y recibí más golpes que una pelea callejera.
Me estiré tocando los músculos de mi espalda y luego torcí mi cuello varias veces, entonces cuando me senté y divisé mejor el lugar vi como los ojos de Mad estaban fijos en mí.
—¿Está todo bien? —le pregunté con voz ronca, tal como cuando uno recién se levanta.
Ella negó.
—Alice… dice que quiere hablar contigo.
Mi ceño se pronunció.
—¿Alice Sutton?
—Creo que estoy despedida, ya sabes tengo 2 días sin aparecer, sé cuál será su discurso cuando llegue a la oficina —su voz era tan plana que no sabía por qué punto preocuparme.
—Bien, escucha…
—Creo que llamaré a mis padres Mell… —dijo Mad interviniendo.
—¿Tus papás no están enojados contigo? —pregunté de forma dócil.
En el momento en que Mad decidió vivir con Alan, sus padres le lanzaron un ultimátum que se olvidara de ellos. Entonces no sabía por qué estaba pensando en volver. ¿Hablaría con ellos?
—No sé si aún lo están Mell, pero no tengo opción, creo que no me darían la espalda…
—Bueno, si es lo que quieres te apoyo, también estoy segura de que no lo harán, pero si algo pasa, sabes que aquí puedes quedarte.
Ella negó varias veces y luego pasó un trago.
—No puedo quedarme aquí, esta es la casa de tus padres, y yo debo resolver mi situación —dijo mirando al vacío.
Me acerqué todo lo que pude y luego le tomé la mano.
—¿Qué decisión tomaste para con el bebé? —pregunté con mucho miedo.
—Aún no lo sé, ni siquiera puedo imaginar cómo se pongan mis papás cuando les cuente, lo peor es que deberé sujetarme a cualquier cosa porque, yo ya no tengo nada, y estoy segura de que ni siquiera empleo.
Fruncí el ceño al recordarlo, aunque no quisiera aceptarlo sabía que la víbora de Alice dejaría en la calle a Mad después de saber sobre su embarazo, y yo debía hacer algo para ayudar a Mad, así que tenía que pensar mucho.
No estaba terminando de procesar la información cuando la puerta de mi habitación se abrió sin que nadie llamara antes. Eso me sorprendió mucho.
Pero todas aquellas conjeturas quedaron reducidas cuando vi el rostro de mi madre tan pálido como una hoja. El estómago se me contrajo.
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