Ven... a Mí romance Capítulo 45

Melissa.

Aspiré el aire suficiente y solo quise hacer unas preguntas.

—¿Por qué motivo?, si es tan inteligente, con una vida fabulosa, una familia que la ama, ¿Cómo puede sentirse así? —pregunté con un poco de rabia sabiendo todo lo que me había hecho, buscando una respuesta para su rencilla contra mí.

—Porque ella… —los labios de mamá temblaron y apretó sus dedos—. Porque, ella sabe la verdad de nuestra familia…

—¿De qué hablas madre? —esta vez Andrés se me adelantó en la pregunta.

Adele dudó mucho, como si tuviese un tapujo en la garganta, y luego centró la mirada en ambos.

—Sara, no es nuestra hija biológica —las lágrimas de mi madre eran incontables mientras mis ojos se abrían y mi pecho se hundía—. La diferencia entre ella y Andrés es ilógica, nunca hubiese podido ser, nosotros les mentimos en ello.

—No… —fue lo que salió de mi boca en el momento.

—Cuando llegamos a Cambridge, teníamos mucho tiempo intentando tener hijos y no lo lográbamos, no sé qué pasaba, pero nada resultaba, y yo estaba cayendo en una tristeza muy grande, ese era mi anhelo y por más que me esforzaba, nada resultaba.

Miré a Andrés con los ojos abiertos y enmudecida, y él parecía que el color se le hubiese escurrido por la piel; no estaba siendo fácil escuchar y ver a mi madre en este estado, así que lo mejor era guardar silencio, porque ella parecía estar desahogándose y soltando un nudo que estaba matándola.

¿Así se sentiría mi padre todo este tiempo?

—Cuando nos instalamos en nuestra casa, y conocimos a Carlo y Mariella, vino tras los embarazos, Luc y Bruno, y yo traté de olvidarme del asunto con la alegría de nuestros amigos, pero cuando Bruno estaba de meses llegó una chica a nuestro vecindario que la estaban ayudando dándole posada por un tiempo mientras pasaba su situación económica. Ella se estaba quedando cerca de nuestra casa, donde vive ahora Lucia…

Ambos asentimos conociendo a esa señora vieja, que ahora vivía sola.

—Esa chica, Julia, estaba embarazada y no tenía un esposo junto a ella, además de sus problemas económicos, Lucia le dio un ultimátum para que ella dejara su casa y no dudamos en ayudarla. Cuando supo de mi problema y lo que estaba pasando con mi vida a ella pareció brillarle los ojos y no dudó en asomarnos su plan. Ella quería dar en adopción a su bebé, y nos ofreció su hijo si saldábamos una cuenta pendiente.

—¡Por Dios, madre! —escuché como Andrés se exaltó, pero le asomé la mano para que se calmara y la dejara hablar

—Lo sé, no fue lo más indicado, pero el papeleo fue muy rápido de esa manera. Y los Mancini nos apoyaron todo el tiempo.

—Espera… ¿Luc sabe esto? —pregunté con un hilo de voz.

—No podría recordar, él tenía solo 4 años cuando Sara llegó, y Bruno solo estaba de meses, nunca me vio embarazada, pero ¿cómo no se puede engañar a un niño de 4 años? —Asentí.

—¿Dónde está esa mujer? —preguntó mi hermano aun en estado de shock.

—No lo sabemos, después de que Sara nació, ella desapareció por completo.

—¿Desde cuándo sabe esto Sara? —pregunté entendiendo que debía saberlo, por lo que mi madre dijo al principio.

Mi madre giró a verme y luego tomó mi mano.

—Desde que cumplió 15 años, ella lamentablemente nos escuchó a tu padre y a mí en un momento de discusión, yo estaba defendiendo a Sara porque ella estaba siendo muy ruda con ustedes y tu padre estaba muy enojado diciendo que yo debía tratarlos a todos por igual a pesar de la condición de Sara. Podrán imaginarse el problema después de eso. Sara cambió drásticamente, en especial contigo, Mell.

Mi rostro cayó enseguida, mientras pasé un trago por mi garganta, quizás el trago más amargo.

Sara estuvo actuando todo este tiempo sabiendo que nuestra misma sangre no corría por sus venas, ella realmente me ve como una rival y una persona que ponía en riesgo su estabilidad en todos los sentidos.

Ella realmente me odiaba, y ahora estaba convencida de eso.

Sin embargo ¿Cómo podía cambiar mis sentimientos por el simple hecho de que ella no fuera mi hermana biológica?

Para mí ella seguía siendo mi familia, mi hermana, mi pariente, ¿Por qué debía cambiar el hecho de que no llevara mi misma sangre, si desde que nací tuve su compañía?

Los ojos me ardieron, mientras veía como aparte de mi padre, mi mamá estaba deshecha, de un momento a otro vi como mi familia, unas personas tan unidas estaban quebrándose en cuestión de segundos…

No sé por cuánto tiempo estuvimos en silencio, no había nada que decir al respecto, y tampoco era un tema que se pudiese hablar de manera cómoda en un hospital.

Tenía miles de preguntas; las dudas y los recuerdos venían a mi cabeza de forma atropellada, y aunado a eso, este dolor incansable en mi pecho que no me dejaba tener paz. Mamá solo tenía puesta la vista en el suelo, ella estaba completamente ida, y ni siquiera podía imaginar cómo se sentía en este momento.

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