Melissa.
—Hola… —mi forma de contestar hizo que todos levantaran la mirada hacia mí, en especial la de Luc.
—Melissa, ¿Cómo estás? Perdóname que te llame en tu tiempo libre…
—No te preocupes —dije alejándome un poco más de todos—. ¿Está todo bien?
—Sí, todo excelente, escucha, he leído algunos capítulos que me has enviado estos días, y es muy buena, es todo el cliché que las chicas quieren leer hoy en día…
Sonreí con tristeza y mi silencio solo detuvo su arranque.
—¿Hola?, ¿estás bien? —preguntó frenándose en seco.
—No… —carraspeé la voz—. Mi papá está ahora en el hospital, no sé qué pasó, pero tuvo un infarto y…
—¿Hospital central de Cambridge? —preguntó agitado cortándome.
—Sí…
—Iré enseguida.
—Oye, Jeremy, no es necesario —sin embargo, el tono de la llamada finalizada inundó mis oídos.
Resoplé varias veces y guardé el móvil. Volví la cabeza y allí estaba de nuevo esa mirada fría.
Caminé un poco insegura y me acerqué hacia su lugar, ahora estábamos algo distanciados de los demás.
—Gracias por todo lo que has hecho por mi padre… —dije con sinceridad.
—Haría cualquier cosa por él, es como el mío también, no hay que dar gracias —respondió seco.
—Aun así, te agradezco —dije y él asintió. Por un momento quise irme y dejar todo hasta aquí, pero necesitaba al menos por hoy sentirlo de alguna manera.
Abracé su cuerpo de forma suave, y solo recibí su tensión, no rodeó mi cuerpo como otras veces, pero puso su mano en mi hombro.
—Sé que no es el momento, y podrás llamarme un canalla —dijo bajo cerca de mi oído—. Pero estoy agotado de todo esto Mell, muy cansado, hastiado de este juego.
¿Juego?
Me despegué observando su rostro con una actitud dolida.
—¿Juego? —pregunté sin argumentos y sin defensas.
—No es el momento, Mell —me dijo mirando hacia otra dirección, así que mande a la mierda todo. Si él estaba harto yo también lo estaba.
Me despegué en seguida sin quitarle la mirada, todas las emociones juntas estallaron dentro de mí. Ya no quería esto, no lo soportaba.
—Nunca es el momento para ti, nunca, y si esta es tu decisión, voy a acompañarte con eso. Esto no es un juego para mí, es mi vida, mi familia, mi papá allá dentro… —dije muy fuerte sin medir mis emociones.
Bruno, mi hermano y Aroa se giraron hacia nosotros sorprendidos.
—Baja la voz —susurró Luc, pero esta vez ya no era el momento de mantenerme en silencio.
—¡Pareces un niño que aparenta ser un hombre!, si tú estás harto, déjame decir que yo también lo estoy, está bien, no volveré en ir contigo, créele a todo el mundo cada palabra como si fuese la última. Pero por favor te lo suplico, no vuelvas a inmiscuirte en mi vida, porque ya no te quiero en la mía. Te amo, Luc —Él abrió mucho los ojos, todos estaban escuchando un poco impactados, pero por nada iba a detenerme, ya no—. Te amo, lo hago como nadie, pero en este momento, estoy dejándote ir… ¿Era lo que querías?, ¿no? Bueno ya no será tan difícil para ti, porque yo no volveré a buscarte, y esto es una promesa.
Cuando terminé mi dolorosa confesión, un silencio se impregnó en el ambiente. Estaba segura de que él iba a decirme algo, porque su expresión parecía aturdida y un poco preocupada. Esperé unos segundos, nada vino, entonces caminé hacia atrás y asentí entendiendo que este era definitivamente nuestro cierre.
Vi como mamá y Sara salieron, ambas tenían los ojos hinchados, entonces me acerqué todo lo que pude.
—Deben pasar otro dos —dijo Sara sin una gota de expresión en su cara.
Miré a mi madre, pero ella no me sostuvo la mirada y yo tenía urgencia en ver a papá.
No esperé en llamar a alguien para que viniera conmigo, allá atrás todos parecían estáticos y confundidos por lo que escucharon, así que no sabía si alguien vendría detrás de mí, solo comencé a caminar, esperando ver su rostro para que me devolviera la vida, y la angustia que sentía en el pecho.
No fue difícil conseguirlo, después de que me direccionaran, entré a un cuarto donde él estaba aislado, y conectado a varios cables en su pecho. Un nudo se me apretó en el estómago.
Los ojos se me nublaron en seguida, él parecía muy agotado, estaba pálido y parecía que respiraba con dificultad. Ese hombre no se parecía en nada a mi padre, se veía como un niño sin fuerzas.
—Papá —dije como un suspiró y él levantó la mirada.
—Cariño, —asomó su mano con una débil sonrisa—. Me alegra verte, ven aquí.
No lo dudé, tomé sus manos de forma suave y las besé…
—¡Oh mi muchacho grande también está aquí!
Estaba asegura que era Andrés, pero cuando levanté el rostro, allí estaba él, de nuevo.
—¿Cómo te sientes? —pregunté a mi padre ignorando la presencia de Luciano.
—Un poco débil, pero todos exageran aquí, necesito estar en mi casa, comer comida decente y algunas tazas de café cargada.
No pude evitarlo, solté la risa, y escuché que Luc, también lo hizo tomando su otra mano.
—Pronto estaremos todos juntos, sentados a tu alrededor —sus palabras me estremecieron.
Papá frunció un poco el ceño y asintió.
—Ustedes dos, se ven mucho más tensos que yo —dijo dirigiéndose a mí—. Tenemos una conversación pendiente junto a Sara, es imposible que esto continúe… —dijo papá preocupado tocando el tema que menos quería escuchar.
—Lo resolverán, no te preocupes por eso —respondió Luc por mí.
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