Venganza Reencarnada de la Rica Heredera romance Capítulo 267

Rafaela había nacido en un momento en que ya se consideraba afortunada.

Cuanto más codiciosa es una persona, más probable es que al final no obtenga nada.

"Tu vida no debería tener solo una opción, Rafaela... ¿Has pensado en alguien más aparte de Miguel?"

"Eres maravillosa, no deberías limitarte a las restricciones que te has impuesto."

La frase de Alonso parecía sugerir algo.

Rafaela respondió: "¿Aparte de Miguel, quién?"

"Eh... no, nunca lo he pensado. Esos hombres, uno tras otro, solo quieren aprovecharse de mi belleza o de mi fortuna. No he sentido que alguno de ellos fuera sincero."

"Estos años he salido y conocido a muchos hombres, todos son unos casanovas, solo sirven para jugar, no para algo serio."

"Claro... ¡Alonso, no me refería a ti! Eres diferente a esos hombres, ellos no te llegan ni a los talones."

"¡De verdad!"

Alonso, con su nobleza y dignidad, había sido preparado desde pequeño para ser un heredero, y esos hombres comunes no podían compararse con él.

Estas palabras complacieron a Alonso, y en su rostro sereno apareció una sonrisa aún más amplia.

El secretario, mirando a través del retrovisor, se asombró, nunca había visto al alcalde sonreír tan felizmente.

Alonso dijo: "Sí."

Rafaela fue llevada al Apartamento Jardín Dorado.

Clara ya había preparado el equipaje de Rafaela, pero aún había tiempo, quedaban tres horas.

"Después del divorcio, hay un periodo de reflexión de tres meses. Después de eso, volveré para finalizar el divorcio."

La última vez, Liberto había amenazado con el negocio de su padre, y Rafaela había vacilado, retirando la solicitud de divorcio en el ayuntamiento, por eso se había retrasado hasta ahora...

Esta vez, Rafaela no quería seguir dudando.

"¿Divorcio? Señorita... ¿de verdad vas a llegar a esto?"

"Si el señor lo sabe... temo que él..."

Rafaela dijo: "Le he escrito una carta a mi padre, la dejé en su estudio, cuando la lea, entenderá…"

En ese momento, Clara comprendió que la señorita realmente había perdido la esperanza con Liberto.

Después de irse, tal vez la señorita... nunca volvería.