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Venganza Reencarnada de la Rica Heredera romance Capítulo 48

Extendió su mano para ponerle el cabello de ella detrás de su oreja con su voz también era suave, pero para Rafaela sonaba como el filo de una navaja fría.

Se detuvo un momento, frunciendo el ceño y mirándolo confundida, "...¿Por qué? ¿Acaso no quieres estar con Penélope? Si ella se entera de lo nuestro, no querrá estar contigo".

Liberto, con la yema de su pulgar, rozaba su oreja, "Para divorciarnos, a menos de que yo lo solicite personalmente, lo que hagas no tendrá ningún sentido".

Su voz se enfrió de repente: "¡Liberto! ¿Qué es lo que realmente quieres hacer?"

Liberto no respondió a su pregunta, sino que le dijo con tono calmado, "En los próximos tres meses... si sigues viviendo en el hotel, no estoy seguro de si lo del divorcio llegará a oídos del Sr. Fernández".

Rafaela dijo enfadada, "¿Me estás amenazando? ¿No te da miedo que le cuente todo a Penélope y que se dé cuenta de que ella es la que está destruyendo un matrimonio? Además, podría contarle todo a los medios y hacerlo público".

Liberto retiró su mano, sonriendo, "...Rafaela, no me provoques, sabes que soy capaz de hacer cualquier cosa. Penélope es mi límite. Sin mí, ¿cuánto tiempo más podría sobrevivir el Grupo Joyero Jara? ¿Tres años? ¿O tres meses? Este matrimonio no puede atarme, basta con divorciarnos, y en menos de tres meses... la familia Jara, con sus cien años de historia, podría desaparecer de la noche a la mañana".

Rafaela se puso pálida reprimiendo con todas sus fuerzas lo que sentía en su interior.

Sus manos agarraban fuertemente las sábanas mirándolo fijamente.

Después de un largo tiempo, conteniendo el dolor en su pecho, y el latido de su corazón, ese dolor era más intenso que cualquier herida,

Con voz ronca dijo, "Está bien, me iré del hotel, pero... nunca volveré a Residencial Jardín Estrella y mucho menos viviré bajo el mismo techo con un infiel. En público, acepto seguirte el juego, ¿estás satisfecho con eso?"

Liberto permaneció en silencio, parecía muy satisfecho con esta decisión.

"¡Ella es tu límite! ¿Liberto, ya ni siquiera disimulas delante de mí?"

Horacio entró a la habitación y notó de inmediato que algo no iba bien con Rafaela.

Ella se agarraba el pecho, adolorida.

Horacio dejó las medicinas a un lado, "Aguanta un poco más".

Abrió el cajón de la mesita de noche, encontró un frasco pequeño de pastillas y sacó una.

Rafaela se negó, esos ojos rojizos parecían que estaban a punto de derramar lágrimas e hicieron que el corazón de Horacio se ablandara, "...siempre tengo que acostumbrarme, solo necesito un momento".

Horacio dijo, "Si te sientes mal, llora, o... a si necesitas un abrazo, si no te importa, puedo ofrecerte mi hombro, no reprimas tus emociones, si te sientes mal, debes llorar".

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