Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 1173

De hecho, incluso podría encontrarse con un destino peor que el de Leo.

Después de devanarse los sesos, Jimmy sintió que disculparse era su única esperanza de salir vivo de esta situación.

Leo Emer estaba muerto después de todo. ¿Quién era Jimmy en comparación con alguien así?

Morgan miró a Jimmy, gritando: "¿Qué está pasando aquí?".

Jimmy apenas se atrevió a ocultar nada. Sollozaba mientras le contaba a Morgan todo lo que había ocurrido de principio a fin.

Morgan se puso furioso al oírlo. "¡Enciérrenlo y quítenle todas sus funciones! ¡Tiene que ser castigado!".

Más agentes de las Fuerzas Especiales se acercaron, esposaron y se llevaron a rastras a un agonizante Jimmy.

Los demás altos mandos y funcionarios presentes se acercaron a disculparse ante Wilbur uno por uno, cargando sus disculpas con un sinfín de elogios hacia él.

Wilbur se burló fríamente, sin hacerles caso.

Finalmente, Julián se apresuró a desviar el tema, charlando con Wilbur.

El banquete terminó rápidamente después de eso.

Morgan y Julián se despidieron por separado de Wilbur, que partió de regreso al norte de Manand con Demi y los demás a cuestas.

Morgan les ordenó a sus hombres que discutieran los detalles de la alianza con Julián y los demás, y luego regresó a su despacho por su cuenta. Cerró la puerta y rompió a llorar mientras se deslizaba por el suelo.

"Lo siento, mi querido hijo. Siento mucho no haber podido protegerte, ni poder vengarte. Por favor, perdóname. Necesitamos un experto como él para el país, para asegurar nuestro poder y la estabilidad del país. Por favor, no me odies".

...

En el norte de Manand.

Wilbur se quedó en casa de Demi durante otros quince días, durante los cuales enumeró las reglas que tenía para Demi, Bayer, Nora y Grant.

Los tratos ilegales ya no estaban permitidos en este territorio y el principal objetivo de todos sería ayudar a Dasha a vigilar el norte de Manand.

"¿Qué está pasando aquí?". Wilbur frunció el ceño.

Charles se dirigió a Wilbur mientras intentaba contener a los ancianos. "Señor, han estado insistiendo en entrar. Hemos intentado decirles que paren, pero no nos escuchan. Mire, nuestras ropas están destrozadas por su culpa".

Wilbur se acercó, mirando a la multitud de ancianos. "Señoras y señores, esto es propiedad privada ahora. No está permitido el paso".

"¡No estamos invadiendo! ¿De qué demonios estás hablando? ¡Esto es propiedad pública!".

"¡Déjennos entrar o derribaremos todo el lugar!".

"Déjennos entrar ahora mismo. ¡Nos están estropeando nuestra Zumba nocturna!".

Los ancianos gritaron y señalaron a Wilbur, protestando a pleno pulmón.

Wilbur frunció el ceño. Sabía que muchos de esos ancianos defendían en exceso sus derechos a sus espacios nocturnos de aeróbic y este había sido un problema constante.

Sin embargo, no esperaba que se presentaran aquí.