Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 1322

Michael miró a Wilbur fríamente. "Estás pidiendo la muerte".

"¿De verdad crees que tienes el mundo en la palma de la mano solo por un estúpido anillo?", se burló Wilbur.

La expresión juguetona de su rostro enfureció a Michael, que rugió: "Estúpido imbécil. El Anillo de Fuego es un arma divina que ha sido bendecida por el Santo Señor de los Illuminati. ¡Contiene llamas divinas de los cielos que los reducirán a cenizas!".

"¿En serio? Me gustaría mucho ver eso", sonrió Wilbur perezosamente.

Michael se exaltó de inmediato y su espada de llamas sagradas apareció en su empuñadura.

La temperatura a su alrededor aumentó en un abrir y cerrar de ojos, y en el cielo apareció una enorme nube ardiente que se abatió sobre el suelo.

Wilbur sonrió. "Parece bastante genial, supongo".

Michael casi se desmaya de rabia. ¡Era un arma divina! ¿Cómo se atrevía este bastardo a hablar así del Anillo de Fuego?

"¡Este es tu castigo de los cielos!". Michael rugió. "¡Llamarada Líquida!".

Giró su espada hacia Wilbur.

Al mismo tiempo, rugientes llamas sagradas surgieron de la hoja de la espada.

Parecían carbonizar el aire mismo, como si este ardiera por su mera presencia.

Wilbur lanzó un grito y estalló de energía espiritual. La histórica alabarda palideció como si fuera intangible.

Se echó hacia un lado, esquivando las llamas antes de girar bruscamente en el aire. Salió disparado hacia Michael, haciendo caer la alabarda.

Los ojos de Michael se estremecieron al ver la alabarda apenas tangible.

"Disección Caótica", gritó Wilbur.

La habilidad sorprendió a Michael.

Se necesitaba una gran cantidad de energía espiritual para dominar esta habilidad, así como un conocimiento sustancial del tiempo y el espacio.

La lucha de Karl contra los ocho guerreros sagrados seguía su curso, con ambas partes igualadas.

Los miembros de la milicia de la Iglesia del Señor del Dragón de Llamas crecían en fuerza y coraje bajo la influencia del encanto natural de Catherine y el apoyo de los veinte mil creyentes; habían ganado adecuadamente la ventaja sobre los caballeros enemigos. Las bajas de los caballeros de la milicia eclesiástica empezaban a crecer por segundos.

El Ejército del Escorpión y los treinta mil soldados defensores habían recibido un duro golpe del asalto de las bolas de fuego de la serpiente de fuego y apenas podían hacer frente a las otras batallas en curso.

Las tornas estaban empezando a cambiar.

Sobre la colina, la mandíbula de Tarron amenazaba con caerse del todo.

Nunca había esperado que la Iglesia del Señor del Dragón de Llamas fuera tan poderosa.

Olvida la batalla de Wilbur contra Michael, la serpiente de fuego por sí sola, era otra cosa.

Aquella Santa Patrona era aún más alucinante y Tarron no podía, por su vida, comprender qué clase de poderes tenía ella.