Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 1414

"¡Fuera de mi camino!", rugió Elise, perdiendo por fin los estribos. Los guardaespaldas no tuvieron más remedio que hacer lo que se les ordenaba.

Wilbur le pasó el teléfono y Elise marcó un número antes de acercárselo a la oreja con ansiedad.

Wilbur esperó cerca en silencio. Esto no tenía nada que ver con él y no quería entrometerse lo más mínimo.

Poco después, Elise terminó su llamada. Le devolvió el teléfono a Wilbur, con aspecto desolado. "Gracias".

"De nada". Wilbur dejó escapar un suave suspiro al ver a una Elise aterrorizada y angustiada.

Al segundo siguiente, sus guardaespaldas de nivel Ambiente la escoltaron escaleras abajo.

De algún modo, Wilbur se encontró gritando: "Me alojo en el Hotel Internacional Corona. Puedes llamarme si necesitas mi ayuda".

No estaba claro si Elise lo había oído mientras abandonaba el muelle.

Wilbur sacudió la cabeza y suspiró. Que los detuvieran en el extranjero significaba sin duda que esos tipos estaban metidos en un buen lío.

Aunque él no tenía nada que ver.

Wilbur miró el océano.

Pasó el resto de la tarde contemplando las vistas del mar y regresó a la orilla al anochecer.

Wilbur no volvió a ver a Elise y regresó directamente a su habitación.

Mañana sería el tercer día, lo que significaba que tenía que ir a casa de Ben para conseguir la información que necesitaba.

Mucho, mucho más tarde esa noche...

Elise, que también se alojaba en el Hotel Internacional Corona, apenas podía comer ni dormir en medio de su pánico.

Su padre había quedado en venir en cuanto ella lo llamara, pero lo más pronto que podía llegar era al día siguiente.

Elise se reunió con los abogados, pero le dijeron que ninguno de ellos podía reunirse con Connor y Jaden.

Elise miró a los abogados, con mirada desesperada. "¿Pueden pagar la fianza?".

"Sí, pero les va a costar mucho dinero, además de la garantía de alguien de alta estima", dijo uno de los abogados, un hombre con bigote.

Elise se apresuró a decir: "Tengo el dinero, pero no conozco a nadie aquí. No encuentro un fiador".

"Bueno, no podemos hacer nada al respecto. Es la ley", dijo el otro abogado.

Elise estaba aterrorizada. "¡Les pagué quinientos mil dólares! ¡No pueden hacerme esto!".

"Haremos todo lo que esté en nuestra mano para ayudarlos en el juicio, pero deben saber esto: lo mejor de nosotros viene determinado por la ley. Todo lo que vaya más allá de eso depende de ustedes", dijo el bigotudo abogado con un brillo significativo en los ojos.

Elise se dejó caer de espaldas contra el sofá, con cara de angustia.