Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 1503

Wilbur estaba de muy buen humor mientras conducía de vuelta a casa.

La contribución que había conseguido era rara y el intercambio era lo mejor que podía pasar.

De cualquier modo, la Corporación Nees no sería más que otra inversión para el Cabo, siempre y cuando no fuera demasiado lejos. Con lo poderoso que era el Cabo, sin duda era más que capaz de ayudar a cualquier empresa a salir de una situación complicada.

En cuanto a Sawyer, Wilbur solo tenía que convencerlo. Ya que Wilbur había sacado a la familia Nees de su crisis, seguramente no insistirían en casar a Sarah con Sawyer, ¿verdad?

Además, Sarah no quería casarse.

Todo el calvario estaba prácticamente resuelto.

De regreso a la Isla Lago Marino, Wilbur se acercó a la habitación de Faye y llamó a la puerta antes de entrar.

Faye llevaba un vestido de encaje de tirantes, medio tumbada en el sofá con un libro en las manos.

Era muy raro que la gente estuviera leyendo en serio en un momento así.

Wilbur se sentó a su lado. La posición de Faye resaltaba sus curvas perfectas bajo la luz, irradiando un encanto indescriptible.

De repente, a Wilbur se le secó la boca.

Sí, ya era hora de tener a esta dama para él solo.

Wilbur sintió que un impulso se agitaba en su interior y echó un vistazo al libro que Faye sostenía. "¿Sigues leyendo?".

"Sí. Parece que por fin has vuelto". Faye dejó el libro, se apoyó en los brazos y miró cariñosamente a Wilbur.

Wilbur tampoco se contuvo y deslizó la mano por las piernas de Faye hasta un terreno peligroso.

Faye soltó un gemido, temblando de pies a cabeza.

Wilbur se puso encima de ella y la abrazó.

"¿Qué estás haciendo?". Faye sintió una extraña rigidez en Wilbur y se asustó de inmediato mientras intentaba agacharse.

Por supuesto, Wilbur no lo permitió y la sujetó.

Sus miradas se cruzaron y sus rostros quedaron tan cerca que sus respiraciones comenzaron a agitarse.

"Creo que es hora de que hagamos algo al respecto, Faye", dijo Wilbur. Acarició el cuerpo de Faye con una mano, enviando una sensación de hormigueo a través de su cuerpo que hizo que todos sus poros se relajaran.