Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 1750

“Aidementon no está tan lejos de Pilsey. Sólo está a una hora en coche”.

Tina añadió entonces. “Y por lo que sé, esta subasta se centrará en artefactos de Dashan que se han perdido en el extranjero. Señor Penn, dado que usted es de Dasha, esta subasta puede ser muy significativa para usted”.

Al oír eso, Wilbur se sintió emocionado. Ya estaba buscando artefactos antiguos y enterarse de que en esta subasta se presentarán artefactos de Dasha que se habían perdido en ultramar lo llenó de mucha confianza. Respondió. “Sí, vamos juntos. Pujaré por cualquier artefacto de Dasha en esta subasta. Haré que esos artefactos vuelvan a Dasha y los donaré gratis a los museos”.

Después de almorzar, Wilbur y Tina partieron juntos. Wilbur condujo y consiguió llegar a Pilsey en solo cincuenta minutos.

Tras estacionar el coche en el estacionamiento subterráneo del lugar de la subasta, Wilbur y Tina tomaron el ascensor hasta el tercer piso, donde la subasta tomaría lugar. Mientras caminaban por el pasillo forrado de alfombra roja, fueron detenidos por un hombre rubio vestido de traje.

El hombre rubio dijo. “Señor, por favor, muestre su carta de invitación”.

Wilbur y Tina intercambiaron miradas. Generalmente, las subastas de alto nivel como está eran eventos privados, y solo se enviaban cartas de invitación a las personas designadas.

Aunque Tina había encontrado información sobre esta subasta, no había recibido ninguna carta de invitación.

Tina suplicó. “Por favor, hemos visto la información sobre esta subasta en internet. Hay algunos artículos que realmente queremos, y no solo uno de ellos. Estamos suficientemente preparados para adquirir estos artículos. Por favor, dénos una oportunidad”.

El hombre rubio pareció desdeñar la súplica de Tina y dijo. “Todos los que quieren entrar en la subasta me dicen lo mismo. ¿Esperas que les crea a todos?”.

“Es verdad. Por favor, déjanos entrar”.

Sacudiendo la cabeza, el hombre rubio dijo. “Señora, por favor, no me lo ponga difícil”.

Tina parecía gratamente sorprendida, pero dijo. “Eh… ¿entradas por cien mil cada una? ¿También me toca una? Señor Penn, puede pasar, yo…”.

Wilbur sostuvo la mano de Tina y dijo. “Ya que hemos venido juntos, entremos juntos. Vamos, no hay porque dudar”,

Tras entregarle las cartas al rubio, Wilbur entró en el local con Tina.

Para entonces, ya había llegado mucha gente al local. Después de encontrar asiento, Tina miró la hora y dijo. “Quedan cinco minutos. La subasta está a punto de empezar. Señor Penn, le deseo éxitos”.

“Gracias”.