Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 2357

El alboroto provocado por los disparos había obligado a todo el mundo a salir corriendo del sótano, y Wilbur era el único que quedaba. Fawkes sonrió, encontrando la situación bastante divertida. "Eres muy valiente, ¿verdad?".

Wilbur negó con la cabeza. "No quiero perder el tiempo contigo, Fawkes".

"Yo tampoco quiero perder el tiempo hablando contigo".

Fawkes levantó su pistola, y la apuntó a Wilbur mientras lo miraba con odio. "Te crees muy valiente, ¿verdad? Creo que eres un tonto. No seas tan tonto en tu próxima vida, jovencito. Adiós.

"Espera. Estoy aquí por el Robot Satán".

¡¿El Robot Satán?!

Los ojos de Fawkes se iluminaron al instante. "¿Tú también quieres comprar el Robot Satán?".

"Sí, es mucho más poderoso de lo que jamás podría haber imaginado, y me gustaría tenerlo. Pero antes de eso, me gustaría saber más sobre él".

"¡Jajaja! Por supuesto...".

Fawkes soltó una carcajada como si hubiera encontrado una olla de oro antes de que su expresión volviera rápidamente a su frialdad anterior. "Tengo que decirte con antelación que el Robot Satán tiene un precio de cien millones de dólares por unidad. La cantidad mínima de compra es de diez unidades, lo cual costaría mil millones de dólares. Si no tienes mil millones de dólares, no creo que tengamos nada que hablar".

"Tengo mil millones de dólares, pero antes me gustaría saber más sobre el Robot Satán o no lo compraré".

"Claro, por supuesto. Hablemos en otro lugar".

"¿Una granada? ¿No basta con una bazuca normal para destrozar los sistemas internos del robot?".

"No, no lo es". Fawkes sacudió la cabeza con una sonrisa. "Eso es porque estamos usando un metal de memoria especial".

"¿Metal de memoria?".

"Sí, señor Penn. Dame un momento".

Fawkes desapareció en la habitación, antes de salir con una placa de circuitos con un trozo de alambre metálico conectado al centro en forma de una 'U'.

Fawkes sacó un cuchillo y cortó el cable en forma de U ante los ojos de Wilbur antes de activar el interruptor del circuito. El silbido de las chispas eléctricas llenó el aire, y ambos hombres observaron cómo los dos extremos rotos del cable se extendían automáticamente, volviendo a conectarse entre sí.