Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 2454

Después de todo, aquellos dos eran inmensamente formidables. Los seguidores de la Iglesia de los Santos Illuminati estaban diseminados por todo el globo, y Wilbur corría el peligro de ser localizado sin importar a dónde fuese. Tal vez Alik no perteneciera a la Bahía Bullard, pero Holt y el Mensajero Oscuro seguramente seguirían de cerca a Wilbur en cuanto tuvieran la más mínima pista.

Por ende, la estrategia más prudente era actuar con la máxima precaución. Wilbur estaba enfocado en localizar los cuatro fragmentos restantes para completar el noveno caldero del dragón, y después reunirse con el anciano Fremont para desentrañar el misterio del linaje de los dragones.

Sus habilidades seguramente se incrementarían notablemente una vez lograra su objetivo, y ya no tendría que temer ni a Holt ni al Mensajero Oscuro.

Por supuesto, Wilbur también se había preparado en caso de que surgieran contratiempos durante el proceso.

Tres horas más tarde, el avión aterrizó en Filate, la metrópoli de Alik. Alik, al igual que Skermann, era un territorio costero, y su capital, Filate, también se encontraba junto al océano.

Eran la una de la tarde cuando Wilbur llegó. Le pareció que todavía era bastante temprano, así que decidió dirigirse de inmediato a la playa, donde alquiló un pequeño bote para adentrarse en el mar.

La embarcación navegó por las aguas durante dos horas completas, y finalmente Wilbur divisó la isla que había reconocido en la ilustración del quinto fragmento. Maniobró el bote hacia la isla y desembarcó.

La isla tenía apenas unos veinte mil kilómetros cuadrados. Era de tamaño moderado, y Wilbur notó que estaba densamente cubierta de una frondosa vegetación al recorrerla. Sin embargo, no detectó el rastro de ninguna formación mágica.

Para Wilbur, esto resultaba particularmente inusual. Según la ilustración del quinto fragmento, el sexto debería estar en esa isla o en las aguas circundantes. Si no estuviera protegido por una formación, Wilbur habría percibido la presencia del fragmento sin dificultad.

Nadó alrededor de la isla, pero no encontró indicios de ninguna formación. Para cuando regresó a la orilla, ya había caído la noche.

Wilbur pescó dos peces y encendió un fuego sencillo para asarlos. Los sazonó con especias que llevaba en su semiplano antes de degustarlos.

Después de comer, abrió un coco y bebió su agua para saciar la sed. Luego se sentó sobre la hierba para meditar. Como no lograba hallar la formación, lo más sensato era descansar y concentrar sus energías.

Wilbur también era capaz de entrar en un estado de meditación que silenciaba el mundo exterior. Este enfoque le permitiría razonar con mayor claridad y, sin duda, lo ayudaría a descubrir la ubicación del sexto fragmento.