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Wilbur sintió que algo no estaba bien con todo el evento.
En teoría, lo normal era invitar a los miembros importantes del clan a un banquete, con unas cien personas de los tres clanes principales. Eso ya se consideraría una gran reunión. En ese momento, la mansión tenía unas cuatrocientas o quinientas personas. ¿No era un poco excesivo?
Lo pensó y decidió camuflarse primero. Se iría a casa si había demasiada gente o extraños. No quería aparecer frente a tanta gente.
Se transformó para verse como Trevor antes de salir del coche y luego caminó hacia la mansión.
Los coches seguían llegando. La gente caminaba en grupos, hablando y riendo de camino a la mansión.
Wilbur llegó a la puerta. No reconoció a nadie que se cruzó con él.
Le pareció extraño que no hubiera nadie en la puerta. Era como si todo el mundo pudiera entrar.
La mansión era la casa de los Owens. Jeremy vivía ahí y tenían asuntos familiares que atender. ¿Por qué dejarían entrar a cualquiera así como así?
A Wilbur le pareció extraño.
Frunció el ceño y caminó lentamente hacia el interior. Pasó por el pasillo.
La gente se movía a su alrededor, pero nadie le preguntó nada. Nadie revisó su identificación. Era como si no estuvieran en una propiedad privada.
Wilbur por fin llegó al patio después de diez minutos. Era un gran patio.
El patio estaba lleno con unas cuatrocientas o quinientas sillas, y estaban casi todas llenas, haciendo una masa de gente apiñada.
Wilbur miró a su alrededor y se dio cuenta que solo reconocía a una docena de personas en la parte frontal, los responsables de organizar los asientos y a quienes había visto durante la batalla con Jeremy Owens en la Isla del Lago Marino. No reconoció a los demás.
Se sentó en silencio en la parte de atrás para observar. Quería averiguar qué tramaban los tres clanes principales.
A él no le parecía que fuese una simple charla.
Los tres clanes principales no invitarían a tanta gente sin decirle. Algo estaba ocurriendo así que pensó que era mejor no dar la cara.
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