Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 2493

El dragón dorado dejó escapar un rugido y se lanzó hacia adelante, chocando con la barrera invisible del espacio de Confinamiento de Luz. El dragón la atravesó y, con un estruendo atronador, el sonido de vidrios rotos hizo eco a su alrededor.

La luz blanca en el cielo se disipó y la presión opresiva se desvaneció en un instante. Wilbur se quedó ahí, jadeando, con el pecho agitado.

Aisha observó a Wilbur con un brillo de sorpresa en sus ojos, rápidamente reemplazado por una sonrisa seductora. Ella dijo: "No esperaba que pudieras atravesar el Confinamiento de Luz. Parece que eres realmente poderoso. Si estás dispuesto a someterte a mí, tal vez pueda perdonarte la vida".

"¿Someterme a ti?", Wilbur respondió, "¡Nunca!".

Con una mirada feroz, Wilbur invocó la Lanza del Dragón Celeste en su mano derecha y la arrojó con fuerza hacia Aisha.

Aisha miró la lanza mientras volaba hacia ella, solo para verla congelarse de repente en el aire como si hubiera sido atrapada por una fuerza invisible. La punta de la lanza comenzó a absorber la energía de Aisha y, momentos después, apareció el fantasma de un dragón azul.

"¡Roar!".

El fantasma del dragón celeste rugió y cargó contra Aisha. Ella cruzó los brazos sobre el pecho en defensa, pero el impacto del dragón la hizo retroceder. En el aire, la forma de Aisha se disolvió en una sombra y desapareció.

Entonces Wilbur notó algo sobre la cabeza de Bahamut. Era una mujer de medio cuerpo. La parte superior de su cuerpo estaba expuesta, fusionada con la cabeza de la serpiente. Esa mujer no era otra que Aisha.

Sosteniendo su bastón, Aisha miró fríamente a Wilbur, "Miserable cultivador de dimensión inferior. Tu alma y tu cuerpo serán ofrendas al dios maligno Bahamut. ¡Todo lo que te espera es la muerte!".

El cuerpo de la serpiente se retorció mientras Bahamut se deslizaba por el bosque, rodeando a Wilbur con su enorme forma. Los ojos rojos se fijaron en Wilbur, y cuando sin darse cuenta se encontró con su mirada, sintió una repentina sacudida. Al instante, sintió que su cuerpo estaba inmovilizado, como si estuviera encadenado. Desde todos los lados, las redes de hierro formadas por energía negra arremolinada volaron, fusionándose para formar una jaula a su alrededor.