Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 807

Derribar a esa gente fue pan comido.

Justo después de que Wilbur se marchara, Belinda fue al despacho del presidente.

Jerm Donner, el presidente del banco, un hombre corpulento de unos cincuenta años, estaba hojeando un documento.

Frunció el ceño al ver a Belinda. "¿Por qué no llamaste a la puerta?".

"¡Vamos, Señor Donner!", arrulló Belinda, cerrando la puerta. Se sentó junto a Jerm, agarrándole el brazo y frotándose el pecho contra él.

"¡Ese Kory Hunlip ha vuelto otra vez, esta vez con un joven que nos ha amenazado con tener preparado todo lo que necesitan en tres días o alguien irá a la cárcel!".

Jerm bajó el documento de inmediato, su expresión se volvió solemne.

Él sabía de este préstamo mejor que nadie.

Alguien había robado las identidades de Kory y su esposa para pedir el préstamo.

El ladrón era alguien a quien Jerm conocía y de quien se había aprovechado mucho en el pasado.

Ahora, sin embargo, el ladrón había huido. Sin embargo, el préstamo seguía en pie y no quedaba más remedio que hacer que Kory se hiciera cargo de él.

Jerm había aprovechado gran parte de sus conexiones para conseguir que este caso pasara por algunos departamentos, haciendo que la casa de Kory fuera embargada para subasta.

Jerm estaba seguro de que si conseguía exprimir el dinero que le quedaba a Kory y también vender su casa, al menos entraría algo de dinero en el banco.

Después de sacarle todo a Kory, el préstamo se cancelaría como deuda incobrable y Jerm podría salir impune.

Esto se debía a que Kory ya no podría pagar, y Jerm habría cumplido con su deber de hacer todo lo posible por cobrar el reembolso.

Parecía, sin embargo, que el bastardo no estaba jugando de acuerdo con el plan de Jerm.

Ese pensamiento hizo que Jerm dijera: "Dile a Jayen Toss que les dé una lección a Kory y al tipo con el que vino. Hazlos entrar en razón, a esos bastardos".

Wilbur asintió con la cabeza. "La próxima vez que alguien irrumpa en la isla, no lo detengas. Llámame o déjalo en manos de Chester y los demás".

"Sí, señor".

Charles se quedó mirando mientras Wilbur se dirigía a la isla con todos los demás, dejando escapar un largo suspiro.

Charles había pasado por una montaña rusa de acontecimientos recientemente, y se sentía como si hubiera entrado en un mundo completamente nuevo.

Wilbur le parecía un Dios, y él no era más que una partícula de polvo.

Sí, Charles tuvo la suerte de que el viento que soplaba desde los escalones de Wilbur levantara a Charles del suelo.

Si Charles tenía la suerte de aterrizar en los zapatos de Wilbur, tendría la gloriosa oportunidad de ser llevado hacia adelante.

Este trabajo era ahora la única prioridad de Charles. Se comportaba como un discípulo de Wilbur, fiel, y dedicaba su vida a Wilbur.