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Volverás a amar... Cuando las cicatrices hayan sanado romance Capítulo 2

Ana estaba nerviosa, lo podía ver en su rostro, lo podía sentir en sus manos, podía ver duda en su mirada, así que me incliné en dirección a su rostro y le dije:

- Ana, si no quieres hacerlo, lo puedo entender, no necesitas hacerlo para hacerme sentir bien, quiero que, si lo hacemos, tú realmente lo desees.

Veo que ella me mira fijamente, me encantan sus ojos, me encanta el color de sus pupilas, poco a poco veo cómo se relaja, ella me acaricia la mejilla y puedo sentir cómo sus manos estaban húmedas, realmente estaba nerviosa.

- Es solo que… Yo… Yo no sé cómo hacerlo… - Dijo Ana con vergüenza.

Esa declaración me dejó un poco desconcertado, sigo pensando que hay mucho que no sé de ella, pero algo estoy seguro: antes que yo, debió haber alguien que le generó tanta desconfianza para qué actué de esa manera.

- Ana, no te preocupes, si tú quieres que algo pase entre nosotros, te prometo que seré cuidadoso. Vamos a ir a tu ritmo, te prometo que no haré nada, que tú no quieras…

Luego de ello, veo que aquel miedo que vi reflejado se va disipando, me acerco a su rostro, la beso, la acerco a mi lado, acaricio su cuerpo, debo reconocer que se siente tan suave, que podría hacerlo todo el tiempo.

De a poco me acerco a los broches del sujetador, lo suelto, inmediatamente veo sus pechos, son hermosos, no son enormes, pero son hermosos y se amoldan perfectamente a mis manos, los masajeo, los beso, cuando hago esto, puedo ver cómo Ana curva la espalda, sé que le ha gustado. Ahora con eso, me atrevo a dibujar círculos con mi lengua, lo hago y veo que provoca que un ligero gemido salga de su boca, cuando levanto la vista, puedo ver que ella tiene los ojos cerrados, su rostro refleja placer.

Uno de mis brazos la sujeta por la cintura y la otra, de a poco, va bajando hacia aquella zona que sé que hoy me ha permitido admirar y tocar, cuando toco la liga de su panti ella da un respingo, sé que le produje cosquillas sin querer. Poco a poco voy haciendo descender esa última prenda que le queda, cuando hago esto, me levanto, la acomodo, me agacho y con sutileza, abro sus piernas, admiro la bella imagen que tengo ante mí, era obvio, ella estaba mojada, ya estaba excitada, yo había logrado excitarla, al ver aquello, me propuse darle la mejor noche de su vida.

Ella había dicho que no era experta, no quiero que sea experta, quiero que disfrute, quiero que sienta, quiero que sea ella la que explore el placer de tener sexo, con ello en mente, comienzo a besar su zona íntima, ella, al sentir mi toque, veo que levanta la cadera, yo con una mano, la bajo. Sé que es una nueva sensación, quiero que la disfrute, así que pongo sus piernas en mis hombros, la sujeto firmemente, pero sin poner demasiada fuerza, comienzo a besar, a lamer e introducir mi lengua en sus labios, ella se retuerce en mis brazos y eso me excita, puedo oírla gemir, eso me gusta, me hace querer más de ella, profundizo mi lengua, será lo que me dijo o será otra cosa, pero estoy disfrutando tanto de tenerla así para mí.

De un momento a otro levanto la vista, al sentir cómo sus dedos agarran mi cabello, no lo jalaban, no, ella se había levantado un poco, estaba tan, como decirlo, estaba tan diferente, era como si hubiera despertado a la verdadera Ana, una que estaba hambrienta y ¡Demonios! Yo no podía dejarla así, la suelto, me levanto y rápidamente me arranco hasta la última prenda que tengo, busco en mi cajón un preservativo y en menos de lo que pienso, me lo pongo, cuando me mira, veo que se lleva una gran sorpresa, veo que se le dibuja una sonrisa, puedo ver cómo muerde su labio inferior, eso produce en mí una mayor excitación.

Al ver aquello, rápidamente me acerco a ella, la beso, era un beso lleno de deseo, de pasión, moría de ganas por sentir su piel pagada a la mía, su cuerpo ya estaba húmedo, podía sentirlo al unir mi piel a la de ella. Con una mano la subo más en la cama, luego, me pongo sobre ella, ¡Dios! Esas mejillas sonrojadas, esos labios rojos e hinchados.

De a poco me separo, ¡Dios! Me cuesta tanto, sus labios son algo a lo que me podría acostumbrar, pero necesito verla, necesito ver su rostro sonrojado, necesito ver su rostro cuando está excitada.

- Ana, esta noche, ¡No te contengas! ¡Yo quiero que disfrutes! ¡Hazlo, sé que te va a gustar!

--- Ana Teyssier ---

Me desconozco completamente, no sé qué me está ocurriendo, por meses lloré la ausencia de Diego, lloré por no tenerle cerca, lloré por haberme terminado, lloré por cómo me trató, simplemente, no podía imaginar el solo hecho de que alguien ajeno a él me besara. Hoy, en este preciso momento, estoy completamente desnuda; un hombre que no es Diego me está besando, sus manos están recorriendo mi cuerpo. y, cuando él tocó mi zona íntima, ¡por Dios! Me hizo sentir en el cielo, debo ser sincera, jamás había sentido nada así, puedo decir que me duele ahí debajo y realmente necesito que él me haga suya.

Alexis está de lado, veo cómo se acomoda sobre mí, siento un extraño cosquilleo que no sé cómo explicar, toma mis piernas de una manera tan suave y delicada, es como si cuidara de no romperme. Mientras hace aquello, me da tiempo de admirar su cuerpo completamente desnudo, no es un modelo, pero se ve que va al gimnasio, tiene algunos músculos marcados. ¡Demonios! Al observarlo más abajo, veo el tamaño de su miembro, no sé cómo voy a soportar tal cosa, yo jamás había visto algo así, había escuchado a mis amigas hacer bromas sobre esto, pero no pensé que realmente existieran.

Sé que no es bueno hacer una comparación, pero Diego no tenía algo parecido, mi mente estaba por perderse en un doloroso recuerdo, cuando Alexis comienza a besar mis piernas, ello me provoca un choque eléctrico que recorre todo mi ser, veo cómo comienza a agacharse ante mí, puedo sentirlo, puedo sentir cómo intenta entrar. ¡Dios! Veo y siento que le cuesta, de pronto un miedo me invade, y si no sirvo para esto, si no puede entrar, si lo termino arruinando todo, estaba a punto de entrar en pánico, cuando veo su rostro a la altura del mío.

- Ana, relájate… Dice él casi en tono de súplica. – Te prometo que no te lastimaré, te prometo que te va a gustar…

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