La idea de venir a mi estudio era tomar un trago y tranquilizarme, no quería que Ana se percatara de que ese idiota había logrado cabrearme, además, consideré que ella necesitaba un momento a solas. Desconozco que sé algo que haya ocurrido, pero si ella quiere decirme, la escucharé; si no, no la voy a obligar, solo ella sabe contra qué está luchando y no quiero parecer insistente.
Cuando me doy cuenta es media noche, esto siempre me ocurre, comienzo a revisar mis mails y se me va media noche, incluso hay ocasiones en las que amanece y yo estoy dormido en mi escritorio, el trato que fui a cerrar esta semana es bastante jugoso, debo reconocer que el que Camila me presentara con aquel hombre del gobierno me ha traído bastantes beneficios.
Dejo caer mi espalda en el respaldo de mi silla, me masajeo un poco la sien, no he podido sacarme de la cabeza la mirada y actitud de Ana, me molesta que no pueda entender qué es lo que le sucede, pero no quiero irrumpir en su privacidad.
Precisamente estoy pensando en ella, cuando dos toques en la puerta me sacan de mis pensamientos.
- Adelante… - Respondo, sabiendo claramente que es Ana.
La veo entrar, se ve hermosa, lleva puesto uno de los camisones que le regalé, este es negro y ¡Dios! Esta mujer sí que se ve muy sensual con ese color y esa cabellera larga y lacia. Veo que con timidez camina hacia mi escritorio, lo rodea y se acerca a mí, por instinto giro la silla y la observo, ella toma mi rostro con sus pequeñas y delgadas manos, me besa y siento que cualquier dolor de cabeza se esfuma.
- ¡Perdón! ¡Perdonadme, jamás hubiera querido que vieras aquello!
- Ana… - Digo tratando de no hacerla sentir mal. - ¿Quién es Diego Sánchez y quién era esa mujer?
Ana me abraza, mi cabeza queda a la altura exacta de su pecho, puedo escuchar su corazón, el cual late un poco acelerado, pero no tanto como cuando ella y yo estamos juntos, este latido es diferente, puedo notar una extraña sensación de preocupación, no le digo nada, sé que si ella quiere me lo dirá.
--- Diego Sánchez ---
Solo pude ver cómo ese idiota tomó a Isa, ella ni siquiera volteó a verme, entro inmediatamente al baño y abrazo a Cassandra, ella llora y me abraza fuertemente.
- ¿Qué sucedió? – Le pregunto, porque ni yo sé qué ocurrió.
- Esa mujer me encerró y no me dejaba salir, me quería lastimar, ¿Hasta cuándo, Diego? ¿Hasta cuándo tendré que seguir soportando tu pasado?
No tengo respuesta ante aquellas palabras, me cabreo de solo pensar que, mientras yo iba y marcaba territorio con ese idiota hijo de puta, Isabela intentaba lastimar a Cassandra. Hay ocasiones en las que dudo de que Isa esté bien de sus facultades, mira que querer hacer una escena aquí, donde hay un montón de gente, eso es realmente idiota hasta para mí.
- Cassandra ¿qué hacías con Isabela aquí?
- ¿Cómo?
- Sí, ¿Por qué estabas aquí con ella?
- Vine al baño… - Me respondió indignada. - ¿Qué? ¿Acaso me estás reclamando por estar en el mismo espacio que tu preciosa y loca “Isa”?
- No… Pero hasta donde te dejé, estabas recibiendo los abrazos y aplausos de tus amigos…
- Salí a buscarte, pero te vi platicando con un hombre y no quise interrumpirte, por lo que decidí ir a tocador, fue ahí donde me topé con Isabela y ella se me fue encima.
Cassandra no parece ser una mujer que se deje fácilmente amedrentar, no sé por qué me causa duda, pero la verdad es que cuando Isabela se encabrona se transforma y no dudaría que ella se le hubiera ido encima a mi novia, digo, tiene muchas razones para querer golpearla, pero se me hace arriesgado de su parte, más que nada por la demanda que mi madre y mi novia le pusieron.
--- Alexis Betancourt ---
Luego de que Ana me abraza, yo hago lo mismo, estrujo entre mis brazos su diminuto y delicioso cuerpo, me gusta cómo huele, me gusta que mi piel huele a ella, me gusta sentir su calor. Rápidamente, comienzo a besar sus hombros desnudos, bajo los delicados tirantes del camisón, ello deja a la vista esos deliciosos pechos, lo he dicho, no son enormes, pero se adaptan al tamaño de mis manos, ella se sienta a horcajadas en mi regazo, me besa con deseo y pasión, eso me gusta, pero me molesta, aunque termino inclinándome por el placer.
En menos de lo que imagino, ella desabotonó y bajó el zipper de mi pantalón, ¡Maldita sea! Con ella así, yo no puedo controlarme, beso de manera descontrolada su cuello, me pierdo en él y en sus pechos. Dejo salir un gemido al sentir cómo entro en ella, puedo sentir la calidez de sus paredes, con una mano sostengo su espalda y con otra hago un hueco en mi escritorio, la recuesto, veo su rostro sonrojado, se ve hermosa, me encanta la tonalidad de sus mejillas cada que intimamos, es un rubor que no se repite ni con maquillaje, de eso estoy completamente seguro.
Al principio, las primeras dos o tres veces que estuve con ella, me contenía, no quería lastimarla, pero poco a poco, he ido viendo hasta dónde puedo llegar con ella, verla así, me vuelve loco, me hace perderme, la hago mía de una y más maneras.
No recuerdo como termine sin ropa, pero en este momento ya estoy desnudo, ella está en mi escritorio y gime, cada sonido que sale de su boca me enloquece, sé que ella está disfrutando de cada embestida que le doy, yo estoy haciendo uso de toda mi concentración para no llegar sin que ella lo haya hecho primero, pero por más que quiero aguantar, verla así solo me provoca querer llegar. De un momento a otro la giro y cambiamos de posición, ella grita y aprieta mi mano, sé que está a punto de llegar, lo sé, lo siento, su grito llena mi oficina y yo, yo simplemente me dejo llevar.
Segundos después, siento cómo todo su cuerpo está temblando, tomo asiento en mi silla y la cargo, ¡Demonios! Tengo que reconocer que este ha sido un excelente fin de semana, mi cuerpo me duele, creo que he tenido más sexo en este fin de semana, que en una semana con otras mujeres.
El cuerpo de Ana y el mío están húmedos, adoro que su aroma se impregna en mi piel, adoro ver sus mejillas sonrojadas, adoro ver cómo su larga cabellera se pega a su frente, verla así, respirando con dificultad, después de intimar, es una de las escenas que más me satisfacen.
Es una de las pocas ocasiones en que ella inicia el sexo conmigo, pero puedo decir que conforme ella está conmigo, se va dejando llevar, va aprendiendo de su cuerpo y ¡Maldita sea! Agradezco eso, agradezco que sea inexperta, porque conforme va descubriendo lo que le gusta y que no, lo pone en práctica y yo soy el que más resulta beneficiado con ello.
Sé que le había hecho una pregunta, pero por el momento, puedo esperar que ella me quiera dar una respuesta, por el momento, esto es lo más importante.
- Oye… Le digo, tratando de despertarla, pero es inútil, ha caído en mis brazos.
Me levanto y la llevo a la habitación, esta mujer es adorable, la coloco en la cama y cubro su cuerpo con las sabanas, regreso a mi despacho y veo el desastre que provoqué, afortunadamente no había algún documento de importancia sobre el escritorio. Recojo lo mejor que puedo y me regreso a la habitación, me recuesto a lado de Ana, atraigo su cuerpo a mí, ella se acomoda en mi brazo y pecho, yo la envuelvo por instinto entre mis brazos.

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