Isabela y yo, terminamos platicando mientras recorríamos los jardines del salón, el lugar era el típico lugar para bodas, cumpleaños, etc., la noche era cálida, no había necesidad de usar abrigo, por largo rato, platicamos de cosas sin importancia.
Algo que noté, era que ella evitaba hablar de su vida, no quise verme muy insistente, así que solo preguntaba hasta dónde ella me permitía. No hablaba del lugar de donde provenía, solo me contaba detalles básicos de su vida, vivía con su madre y dos hermanas, sus padres se divorciaron cuando ella tenía 15 años, actualmente no estudiaba, pero si algún día lo hacía, sería diseñadora gráfica.
La verdad, no sé qué me pasó con ella, tal vez era la nostalgia del día, extrañar a mi madre, pero abrí mi corazón, le mostré mis miedos, le conté mi vida.
En ocasiones pienso que solo era porque sabía que no volvería a verla, será el alcohol, será la noche, será un cúmulo de todo, pero la comencé a ver atractiva.
Íbamos camino a su casa, ella veía el cielo con curiosidad, terminé abriendo el quemacocos para que pudiera ver mejor, ella se levantó, se subió al asiento, me puse un poco nervioso al ver que ella abría las manos.
Muchas ideas cruzaban por mi mente, me daba miedo que se fuera a caer, por lo que aparque mi camioneta en un lugar despejado.
Ella, al ver aquello, bajó a su asiento, me miró y dijo:
- ¿Sucede algo? – Pregunto ella con duda.
- No, solo veo que quieres ver el cielo, aquí hay buena vista y casi no hay luces…
- ¡Ya viste! Ahí está el cinturón de Orión, ¿Sabías que lo que se ve como el hombro, esa estrella que se ve como roja, en realidad es una estrella que murió hace millones de años?
- ¿Cómo?
La verdad es que esa pregunta me sonó un tanto extraña, no es que fuese un ignorante, pero así me sentí. Digo, sé mucho de leyes, pero varias cosas que ella mencionaba, yo estaba completamente ajeno a ellas.
- Si, esa luz que vez ahí, en realidad es el pasado, cada estrella que ves es el pasado de la estrella, es su luz, pero en el pasado, la verdad es que, me gusta saber cosas del espacio, ¡Sería genial si algún día pudiéramos viajar a la luna o salir de la tierra! ¿No crees?
- Para eso falta mucho…
- ¡Lo sé! Pienso que, si sucede, aunque este toda anciana, me lanzaría a un viaje así, no me importaría morir en el intento. – Dijo ella con sus ojos llenos de algo extraño.
- ¿De verdad?
- ¡Claro! Sería emocionante, ¿No lo crees?
- Bueno… pensándolo mejor, si, puede que tengas razón.
Era curioso, pero en la chica pude ver unos ojos llenos de ilusión. Tenía esa chispa de la juventud, esa que todos tenemos cuando aún somos unos jóvenes, no es que sea un viejo, pero actualmente, ya tengo mis propias preocupaciones como adulto, si no trabajo, no hay comida.
Ser hijo de familia es una cosa, pero vivir solo e independiente, es otra, tu vida ya no depende de nadie más, solo de ti mismo.
Era curioso ver a esta chica, de verdad muy curioso, todas las mujeres de nuestra edad, más siendo abogadas, suelen ser de carácter fuerte, buscan la justicia y rara vez se permiten fantasear con cosas como las que Isa acaba de mencionar.
En que momento la abrazo, no lo sé, pero en mi cabeza estaba que hacía frío y ella llevaba puesto un sexy vestido de satín, se veía ruda, pero a la vez, su juventud e inocencia le daba un toque de belleza.
Será que ambos llevábamos unas copas de más, pero cuando la abracé por detrás ella no se negó, incluso recargo su cabeza en mi pecho.

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