--- Ana Teyssier ---
La verdad es que tenía mucho tiempo que no me pasaba una tarde y noche, de esta manera, ver a todos mis amigos cercanos, me hizo sentir muy bien, esta velada pinta para ser una de las mejores que la vida me ha dado la oportunidad de vivir.
Debo reconocer que no esperaba encontrarme con Álvaro y Ernesto, verlos platicando con Héctor, trajeron a mi mente recuerdos de cuando era joven y no cargaba con tanto dolor a cuestas.
Vaya que me ha gustado, Julián invito solo a las personas que realmente quería que estuvieran, ¿Cómo convenció a todas? ¡No lo sé! Pero eso es algo que él sabe hacer muy bien, ya faltan pocos días para irme, pero creo que bien han valido la pena.
Mis amigas me hacen muchas recomendaciones, me juran y perjuran que me irán a visitar tan pronto ahorren para la visa y el boleto de avión, ellas dicen que eso de tener una amiga donde llegar en Nueva York, les ahorrara muchas cosas, bromeamos sobre el tema, reímos, tomamos vino, comemos queso, papitas y pizza.
La verdad es que debo reconocer que hacía ya mucho tiempo que no pasaba un momento así, mis risas no son fingidas, debo decir que me duele la panza de tanto reír, si algo tiene ese par de gemelos es que a donde llegan hacen fiesta y pueden hacer sentir a todos como en casa.
Veo que llega una bella mujer, ella es la esposa de Álvaro, lo cual me toma por sorpresa, ya que, para nada se parece a las mujeres que normalmente rodeaban a este par. En fin, se ve que ellos dos, son muy unidos, veo que cargan a Jude y luego me entero de que son los padrinos de bautizo de la bebé, se despiden con ella en brazos, a mi madre y abuela se les rompe el corazón al despedirse.
Aquel gesto me sorprende, mi madre parece haber aceptado a la bebé de manera increíble, ya pasadas las 10:00 pm, mi madre se despide, obviamente mi abuela y Romina se van con ella, esta última no quería marcharse, pero mañana tiene prácticas, por lo que no puede desvelarse.
Ellas se van en un taxi de aplicación, ya que Héctor quería llevarlas, pero mi madre dice que no es buena idea, todos hemos bebido bastante vino y es muy peligroso manejar así.
Una vez que veo que se van, Héctor y yo regresamos a la reunión, me detengo un poco y digo:
- ¡Gracias por venir! Aprecio mucho que estés aquí… - Le digo ahí, porque sé que estando en la reunión, tanto Héctor como yo, haremos como si nada ocurriera.
Él va delante de mí, es obvio, sus pasos son más largos que los míos, se voltea y me dice:
- No hay de qué… Hace muchos años que no me divertía tanto, me recordó una época que quedó atrás hace mucho tiempo.
- Sí, a mí también, todo esto me recordó a aquellos tiempos… Álvaro y Ernesto le pusieron el toque y me recordaron cuando salíamos en grupo… - Digo recordando aquella época en la que Héctor y yo éramos pareja, una época en la que todo parecía más fácil.
- ¡Vamos! Deben estar esperándote. – Noto que a él evidentemente no le gusta tocar el tema, así que sonrío y no digo más.
¿Por qué razón lo tomo de la mano? No lo comprendo, pero esta noche ha sido muy buena, así que me atrevo a hacer esto, sentir la firmeza de su agarre mientras vamos caminando, aquella sensación no la había vuelto a sentir, pero es demasiado cómodo estar así. De pronto él me saca de mi ensueño cuando habla.
- Ana… Jude y yo, te compramos algo… Lo tengo en el auto, espérame voy por el obsequio.
Lo miro y está a punto de soltarme, yo me niego a hacerlo y digo:

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