Vuelve a casarse: Su ex esposa multimillonaria romance Capítulo 28

Después de obtener el número de Guadalupe, Miguel volvió a su asiento. Miró el número en su teléfono.

Una chica a su lado quería tener una conversación con él, pero el rostro frío de Miguel le decía que no.

Miguel estaba en una fiesta de clase. Pero no fue llevado ahí por su propia voluntad. Todo el mundo podía verlo.

Miguel se quedó mirando el número del teléfono durante un rato y decidió enviar un mensaje.

Para asombro de Miguel, recibió una llamada poco después de enviarlo. Se levantó y salió del bar para atender la llamada.

"Hola, no me dijiste tu nombre".

"No sé, estás coqueteando con chicas en el club. Bien por ti".

Al escuchar la voz al otro lado del teléfono, Miguel se quedó atónito. "¿Primo Noah?".

Noah se burló, "¡Me reconociste! Dime, ¿con qué chica estás coqueteando?".

Entonces, Miguel le contó avergonzadamente a Noah lo que acababa de pasar. Y no se olvidó de añadir al final. "Esta es la primera vez que pido el número de teléfono de una chica".

¡Pero nunca supo que el número que obtuvo era el de su primo!

Eso podría perseguirlo por un tiempo.

Al otro lado de la línea, Noah sonrió. "¿Cuál es su nombre?".

"No estoy seguro. Acabo de escuchar a su amiga llamarla Lupe".

Lupe...

Algo brilló en los ojos marrones de Noah. Él dijo: "Lo siento. Me temo que este enamoramiento ha terminado".

"¿Por qué?".

A pesar del número equivocado, Miguel creía que podía ganarse el corazón de Guadalupe siempre y cuando no se diera por vencido. ¿Cómo podía Noah asegurar que todo había terminado?

Las palabras de Miguel hicieron reír a Noah. Noah dijo palabra por palabra. "Recuerda. Esa chica será mi futura esposa. Te enamoraste de la chica equivocada".

"Señorita Aranda, ¿le ha dado mi número a alguien más?".

El corazón de Guadalupe dio un vuelco. Se estremeció bajo los atractivos ojos marrones de Noah, pero trató de mantener la calma.

Ella le devolvió la sonrisa. "Oh, solo había un joven que me pidió mi número. No podía recordar el número de nadie más, así que le di el suyo. Espero que no le moleste, Sr. Chistau".

"Por supuesto que no. Te acordaste de mi número entre todos los demás. Me sentiría muy honrado de hacerlo".

Por un momento, Guadalupe se quedó sin palabras.

No esperaba que Noah pensara así.

Noah luego se enderezó. "Mi número la ayudó, Señorita Aranda. Creo que merezco, al menos, una taza de café".

Eso no era mucho pedir.

Guadalupe puso su dedo en el lector de huellas dactilares. Con un pitido, la puerta se abrió. Entró y se puso un par de zapatos. Luego sacó del zapatero las pantuflas que había usado una vez César. "Un amigo mío las usó una vez. No le importa, ¿verdad?".