Vuelve a casarse: Su ex esposa multimillonaria romance Capítulo 89

El auto salió lentamente del hospital. Guadalupe miró a los reporteros por el espejo retrovisor y frunció el ceño.

Ella había escuchado lo que Laia le había dicho.

¿Laia estaba loca?

Ella había inventado historias para manchar la reputación de Guadalupe.

¿Acaso Laia no había escuchado lo que Guadalupe le había dicho a Luna? Ella estaba allí cuando lo hizo.

Al ver a Guadalupe en silencio, Noah preguntó: "No eres feliz, ¿verdad?".

Ella lo miró sin decir una palabra.

Noah asintió levemente. Golpeó el volante con el dedo índice y guardo silencio.

La luz roja del semáforo se volvió verde y Noah volvió a mirar a Guadalupe antes de arrancar el auto de nuevo.

El intento de suicidio de Luna volvió a ser tendencia justo cuando los chismes de ella y Aritz acababan de ser eliminados. Incluso Vicente no sabía qué hacer.

Además, lo que Laia le había dicho a Guadalupe en el hospital estaba sin duda relacionado directamente con el incidente de Luna.

Todos los internautas decían que Luna se vio obligada a suicidarse por culpa de Guadalupe, quien no podía soportar el hecho de que Aritz pensara en Luna todo el tiempo.

Cuando Ainoa se enteró de esto, enfureció y se apresuró a regresar a Los Ángeles.

Guadalupe acababa de tomar su medicamento cuando se sentó en el sofá y miró a Noah, quien no tenía intención de irse. Se sentía un poco impotente. "Ya he tomado mi medicamento".

Él fingió que no entendía lo que Guadalupe estaba insinuando. La miró y dijo: "Deberías tomar una siesta. No te molestaré".

Los dos estuvieron en silencio por un buen tiempo, hasta que finalmente, Noah habló primero: "La fiebre puede ser peligrosa. Vuelve a tu habitación y toma una siesta ahora. Una vez que se te pase, no te molestaré más".

Guadalupe frunció los labios y dijo: "Entonces haz lo que quieras".

Noah la miró y sonrió.

Guadalupe se dirigió a su habitación y cerró la puerta. Se puso un pijama, tiró del edredón y se durmió.

Cuando Ainoa llamó a Sheila en el tren, ella le había dicho que Guadalupe no se sentía bien hoy y no había ido a la compañía, por lo que, al bajar del tren, Ainoa tomó un taxi y le pidió directamente al conductor que la llevara al departamento de Guadalupe.

Ainoa estaba alterada e incitó al conductor a conducir más rápido.

Al llegar al departamento, ella abrió la puerta con su llave de repuesto y entró directamente.

Estaba anocheciendo y el interior estaba en silencio. Podía oler a calabazas y leche en el lugar.