¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 503

Silvia siempre le había guardado rencor. Cuando se enteró que el chico que le gustaba se confesó a Luciana hacía unos días, la envidia que había estado aguantando estalló. Por lo que nada más verla bajar del auto de Mauricio, la detuvo en la entrada de la universidad, tratando de humillarla y desacreditarla delante de los estudiantes.

No había expresión en el rostro de Luciana. En el pasado la habían criticado de todo por su padre. Ahora que había crecido, podía enfrentarse a tales críticas con mucha calma. No admitiría cosas que nunca había hecho, ni dejaría que otros la calumniaran.

—¿Cómo sabes que estuve en la discoteca? ¿Me has visto allí porque tú también estabas? En ese caso me gustaría preguntarte por qué estabas allí. Además, ¿cómo sabes que he prostituido? ¿Acaso lo viste en persona?

Sus ojos agudos se enfrentaron a Silvia sin vacilo.

Lo que dijo parecía tener sentido.

Todos miraron a Silvia con cara de estar preguntando: «¿Cómo sabes que estuvo en la discoteca?».

Silvia entró en pánico por unos segundos y dijo:

—Me lo ha contado mis amigas, no estoy mintiendo, podéis preguntárselo a mis amigas.

Ella señaló a las dos compañeras de clase.

—¿Me habíais dicho que Luciana se bajó del auto de un hombre?

Como de verdad vieron a Luciana bajarse del auto de un hombre, le dijeron a todos lo que vieron.

—¿Veis? No he mentido. Ha estado fingiendo ser pobre en la escuela para ganarse la lástima de los compañeros de clase. En realidad, hace de puta fuera de la escuela. Encima es tan descarada de seguir viniendo aquí. Yo en su lugar me habría ido lejos.

Luciana se mordió el labio y se estremeció, porque no podía explicarse, era un hecho que se bajó del auto de Mauricio.

Al ver que Luciana no decía nada en refutación, Silvia se volvió más desenfrenada.

—Eres una perra desvergonzada, encima te atreves a rechazar la confesión de Lenin. Has seducido a los hombres por ser putilla, ¿verdad?

El rostro de Luciana estaba enfurecido, miró a Silvia a los ojos como si quisiera fulminarla con la mirada.

—¡Qué tonterías dices!

—Ja, ja, ¿tonterías? Si hace nada el hombre con el que te acuestas ha venido a la escuela. ¿Qué pasa? Cuando estabas en su cama no esperabas que algún día te expondrían, ¿verdad? ¡Eres una sinvergüenza!

Silvia no paraba de exagerarlo diciendo palabras feas.

—¿Ves? Te están mirando todos tus compañeros, ¿qué tal si te quitas la ropa y nos dejas apreciar el cuerpo con el que seduces a los hombres?

Luciana estaba airaba.

—Mira cómo de furiosa te has puesto. ¿Qué pasa? ¿Quieres pegarme?

Silvia se rio.

Luciana apretó las manos, cerró los ojos, contuvo su enojo y dijo con frialdad:

—Pegarte solo ensuciaría mis manos.

Después de hablar se dirigió hacia el campus. No obstante, Silvia no quería dejarla en paz, agarró su ropa. Cuando tiró, reveló una cintura delgada y blanca. Al notar que los compañeros tenían ojos puestos en la cintura de Luciana, a Silvia se le ocurrió algo y deliberadamente levantó más su ropa.

—No me extraña que puedas seducir a los hombres, mira esta cintura, seguro que puedes dar mucho placer a los hombres, ¿verdad?

Luciana bajó la mano para tapar su ropa, miró a Silvia y gritó:

—¡Suéltame!

—Oye, perra, si tampoco eres virgen, ¡deja de fingir que eres inocente!

Silvia mostró una expresión aterradora, estaba celosa de la buena figura que tenía Luciana.

Silvia realmente consiguió enfurecer a Luciana, porque se había pasado de su límite de tolerancia. Sin pensar mucho, Luciana empujó a Silvia. El empujón de Luciana pilló a Silvia por desprevenida. Retrocedió unos pasos y casi se cayó al suelo. Sus movimientos graciosos provocaron las risas de los estudiantes.

Silvia sintió que Luciana la había puesto en humillación, la miró fijamente y estaba a punto de golpearla con la mano en alto, sin embargo, alguien la agarró de la muñeca. Ella estaba furiosa, así que no dudó en maldecir:

—¿Quién coño me está…?

Al ver con claridad de quien se trataba, sus palabras se atascaron en su garganta.

Todos miraron a la persona que apareció de repente. Mauricio emanaba una sensación rígida cuando no sonreía, como iba vestido de uniforme, lucía más insensible.

Alguien susurró en voz abaja:

Capítulo 503: Os presento a mi novio 1

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