—¿Vas a besar a Acacia, Cristián? —preguntó Calessia pestañeando con los ojos grandes.
—Claro que quiero...
Pero ante la mirada descontenta de Chloe, se volvió en seguida tan obediente como una liebre y no se atrevió a decir nada más.
—Ella es una niña, y puede ser ingenua. ¿Pero tú lo eres? ¿No ves dónde estamos?
—Es mi culpa. Te prometo prestar atención a la ocasión la próxima vez —Cristián pidió perdón de inmediato.
Quiso reír Mauricio al ver su aspecto tan obediente. Llevó a la niña en los brazos al lado para dejar a los dos sin molestar.
—¿Has visto ya la noticia? —preguntó Elijah.
Alain asintió. En realidad, no era él quien la hubiera visto sino Henry, que no paraba de mirar las noticias para informarle una vez que saliese el resultado.
—¿Qué noticia? —preguntó Cynthia confundida.
La causa de Francisco Gutiérrez ya se decidió. Anoche la cuenta oficial en Facebook publicó la condenación.
Cuando un asunto viejo estaba desenterrado, no solo eran muchas las personas involucradas sino también los delitos cometidos, mientras él era impuro. Fue acusado de delitos de malversación y soborno de más de veinte millones de euros y condenado a muerte.
Todo el mundo aplaudió por eso.
—Cuida bien de Cynthia —Elijah dio una palmita en el hombro de Alain—, y visita la Ciudad C cuando estés libre.
—Claro, allí pasaré —contestó echándole el brazo sobre los hombros de Cynthia.
—El vuelo A950 con destino a la Ciudad C está a punto a despegar. Diríjanse a la puerta de embargue, por favor.
—Yo ya me voy —Elijah movió la mano—, vosotros volved, ¿vale?
Se acercaron también Cristián y Chloe.
—Vuelvo ya. Te vigilaré las cosas de la tienda así que no te preocupes —Cynthia se lo prometió y los acompañó a la entrada—. Cuida bien del bebé, que es mi ahijado, ¿eh?
Mirando sus espaldas que fueron alejándose, de repente se le vino a la mente una sensación de tristeza, —Elijah, Chloe, os voy a ver.
—De acuerdo. Os esperamos —Chloe agitó con fuerza la mano mientras que a Elijah se le enrojecieron los ojos—. Ay, no me gusta esto.
Dicho eso, se dieron la vuelta y se fueron.
¿Para qué tanta tristeza? En el mundo no había banquete que no tuviera fin. Además, no era que jamás pudieran volver a encontrarse.
—Adiós, Elijah. Adiós, Acacia —agitándose los brazos altamente levantados, Calessia los despidió—. Os echaré de menos, ¡y os visitaré con mi hermano!
Había tanta gente por la entrada que no tuvieron más remedio que entrar inmediatamente.
Cristián se paró al lado de la entrada y sacó el móvil para enviarle un mensaje a Chloe. —Chloe, te acabas de ir, pero ya estoy pensando en ti. ¿Qué debo hacer?
El mensaje llegó justo cuando Chloe se sentó en su asiento. Después de leerlo, respondió con una sola palabra,
—Nada.
Luego apagó el móvil.
Al ver la respuesta, Cristián soltó una risita. Aunque no era nada dulce, mientras ella le prestara atención, él ya estaba contento y feliz.
Mauricio le lanzó una mirada fría, diciendo, —Estás riendo como un bobo.
—Tú lo eres —replicó. Y en aquel momento sonó de nuevo el móvil y era una llamada del bufete. Había una causa espinosa de la que ningún abogado se atrevía a encargarse, y le pidieron volver a arreglarlo. Dijo que ya lo comprendía antes de colgar la llamada.
—Tengo algo urgente que resolver —se dirigió a Mauricio—, Tú te vas en el coche de Alain.
Una vez lo dicho se fue pitando.
—¡Qué tipo más poco fiable! —Mauricio no pudo evitar decirlo.
Pero Alain le dio la llave de su coche.
—Conduce mi coche.
—¿Y tú?
—Tengo otras cosas que hacer y no voy a casa ahora. Ayúdame a llevar a Alessia al chalet.
—Bien —Mauricio aprobó con la cabeza.
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