¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 668

Ante la provocación de Cynthia, sí que era muy cooperativo Alain. Inclinando ligeramente la cabeza, y con los ojos medio cerrados dijo a media voz, —Si te digo que te quiero, ¿me vas a permitir algo sexual aquí en la oficina?

Cynthia perdió en seguida. En cuanto al nivel de desvergüenza, estaba todavía lejos de alcanzarlo.

Quería soltarle la mano, pero Alain no la dejó agarrando la suya.

—¿Ya quieres irte después de provocarme?

—No sé, ¿quién lo ha heho? —mimosamente se quejó Cynthia—, Y además, ¿quién ha sido el testigo?

A Alain le hizo mucha gracia y no podía enfadarse,

—De tal modo, en el futuro tendré que grabar videos de lo que me hagas y guardarlo como una evidencia.

Cynthia no siguió metiéndose con él y se levantó de sus rodillas, —Tú arregla los trabajos. Yo te espero a tu lado.

Él aún no le dejó la mano,

—Tenerte entre los brazos no me afecta a leer los documentos.

—Pero no está bien que nos vean así —ella lo dudaba.

—Somos un matrimonio. ¿Qué pueden decir? —justificó Alain con mucha confianza.

Cynthia seguía negándose, pero ignorándolo, Alain la volvió a coger entre los brazos. Le rodeó la cintura con una mano y con la otra abrió los papeles.

Conociendo muy bien su personalidad, Cynthia dejó de esforzarse y acomodó la posición. Muchos de su edad ya se han puesto muy gordos, pero él se conservaba en plana forma. No tenía ni tripa, y al contrario, se le notó musculoso al sentarse sobre él. Un buen cuerpo del que estarían celosas hasta las mujeres.

Cynthia se aburrió.

—¿No te parece incómodo abrazarme así? —preguntó.

—No. Me agrada así.

Cynthia sonrió, y se arrellanó entre sus brazos.

—A ver, ¿qué clase de chica crees que será la novia de Mauricio? No puede ser sencilla si ha conseguido conmover a una persona tan apático como él.

Es todo maravilloso, salvo la torpeza en las relaciones amorosas.

Y este, sin que nadie supiese nada, ha tenido una novia. Era realmente sorprendente. El otro día cuando Cristián lo reveló, él no lo reconoció.

—¿Has visto a la que se llama Luciana? —preguntó ella.

Alain dijo que no.

En realidad sí, pero se había olvidado.

La última vez que ocurrió eso, Cristián la llevó aquí.

Cynthia no tenía ni idea de los papeles que estaba arreglando. Como consecuencia, el sueño le fue conquistando.

—¿Cuándo vas a terminar? —preguntó con un bostezo.

Alain le dio una palmadita,

—Duerme un poco si quieres. Cuando acabe te llamo.

Entonces apoyada en su pecho, Cynthia cerró los ojos.

Y cuando los abrió ya fue dos horas después. A Alain se le durmieron las piernas, pero al verla durmiendo tan dulcemente, no la llamó, ni se atrevía a moverse por miedo a despertarla.

—Deberías despertarme —se levantó frotándose los ojos. Cogió el agua en la mesa y tomó un sorbo para aliviar la sequedad en la garganta.

Alain se frotó las piernas entumecidas,

—Has estado durmiendo profundamente. No quise despertarte.

Ella dejó el vaso, le rodeó con sus brazos y le dio un beso.

—Cariño, ¿dónde vamos a almorzar?

Alain se quedó atontado por este “cariño”. Pasó un buen rato fijándose en ella.

—¿Cómo me has llamado?

Cynthia se puso de pie y lo negó,

—¿Te he llamado?

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