Adicto a amarte: La esposa condenada del Jefe paranoico y dominante romance Capítulo 108

Al ver la mirada cariñosa en la cara de Yi Jinli mientras cargaba a la mujer en sus brazos, todos podían distinguir que esa mujer era muy importante para él.

Aquellos que estaban al tanto de la verdadera identidad de Yi Jinli contuvieron en secreto sus pensamientos cuando vieron esa escena.

Después de todo, él era un pez gordo en Ciudad Shen. ¿Cómo podía aparecerse en un lugar como ese, temprano en la mañana solo por una mujer? Encima, había hecho una gran escena.

Independientemente de quién era ella, ellos temían que ella fuera a alterar a la mitad de Ciudad Shen.

“Descubre quién está involucrado en este asunto, nadie debe quedar por fuera,” dijo Yi Jinli.

“Sí.” Contestó uno de los subordinados que caminaba a su lado.

En ese momento, Feng Kai y su esposa miraron a su hijo, quien estaba gritando del dolor, y luego miraron a los policías en el jardín. Querían llorar pero no tenían lágrimas para derramar.

La pareja miró con furia al tío y al segundo tío de Ling Yiran. “¿Quién demonios es ella?”

Su tío y segundo tío también estaban pálidos. Se miraron entre ellos consternados. ¿No era esta sobrina de ellos una mujer indefensa que justo acababa de ser liberada de prisión hace menos de medio año?

Si no, ¡ellos no hubieran intentado aprovecharse de ella!

Pero ahora… obviamente, ¡había un pez gordo que respaldaba a su sobrina! Antes de eso… cuando ellos pensaron en lo que habían dicho durante la cena de Víspera de Año Nuevo y el hecho de que habían envenenado a su sobrina, al instante empezaron a sudar frío.

¡Por qué no había Yiran admitido que conocía algunos peces gordos! ¡Si ella les hubiera dicho, ellos no hubieran hecho algo como esto!

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Los ojos de Yi Jinli se volvieron aún más fríos. Ser traicionado por sus familiares debe haber sido un golpe devastador.

Sintió que la persona en sus brazos se movía cada vez más violentamente y parecía ponerse más nerviosa. Él bajó su cabeza y escuchó el vago llanto, “Jin… Jin...”

“Aquí estoy.” La mirada, originalmente fría, de Yi Jinli se volvió gentil en un instante. Bajó su cabeza y la consoló con una dulce voz, “Aquí estoy, Hermana, aguanta por un momento, ya pronto acaba…”

Sin embargo, ella actuaba como si no escuchara sus palabras. Continuaba moviéndose de manera inquieta, sus dedos le rascaban el cuerpo de forma aleatoria.

Él levantó su mano y trató de retirar su cabello empapado en sudor, pero de pronto ella abrió la boca y le mordió el dedo.

“¡Amo Yi!” Viendo esto, Gao Congming gritó de inmediato.