Adiós al Pasado romance Capítulo 16

Víctor y Manuel habían acordado que, sin importar a quién eligiera Laura, el otro suprimiría todos sus sentimientos no correspondidos y se convertirían en meros amigos.

Sin embargo, ninguno de los dos esperaba que Laura no eligiera a ninguno.

¿Por qué había terminado así?

¿Por qué el resultado de forzar la situación había sido este?

Víctor y Manuel se miraron mutuamente, cada uno con reproches en su corazón.

¿Por qué se les había ocurrido esa mala idea?

Quizás si hubieran actuado antes, o incluso más lentamente, podrían haber mantenido su relación de amistad anterior en lugar de este resultado ahora, donde incluso verse era excepcionalmente difícil.

El helicóptero aterrizó en la azotea de Villa Laguna Dorada.

Los guardaespaldas arrojaron a ambos sin ninguna dignidad, y poco después, el helicóptero despegó nuevamente.

Al oír el ruido en la azotea, Sonia subió rápidamente a ver qué sucedía.

Al ver a Víctor y Manuel con las manos y pies atados, los ojos de Sonia se llenaron de lágrimas.

—¿Están bien?

Preguntó con preocupación, mientras se apresuraba a desatar sus cuerdas.

Víctor, frotando sus muñecas amoratadas y con una expresión fría, ni siquiera miró a Sonia antes de dirigirse hacia abajo.

Manuel también contenía su ira, sin saber dónde liberarla.

Sonia les trajo dos tazas de agua caliente y las colocó frente a ellos.

—¿Fueron a Monteluz? ¿Encontraron a Lala? ¿Cómo está ella?

Ella jugueteaba nerviosamente con su manga, claramente ansiosa.

Se consolaba a sí misma pensando que no, no podría ser, debieron haber tenido problemas en Monteluz.

Laura tenía una familia perfecta, amigos que la amaban; tenía todo, ¿por qué seguir compitiendo conmigo por Víctor y Manuel?

Sonia se repetía esto entre dientes, manteniendo una sonrisa suave en su rostro.

Antes estaban dispuestos a creer porque se engañaban a sí mismos.

Solo engañándose a sí mismos podían hacer que Laura sintiera celos.

Por lo tanto, no importaba lo que dijera Sonia, siempre se ponían de su lado.

Pero ahora las cosas habían cambiado.

Manuel apretó la mano de Sonia con fuerza, dejando marcas visibles de sus dedos.

—¿No vas a decir la verdad? —Amenazó, y luego se volvió hacia Víctor. —Víctor, parece que necesitamos darle una lección para que hable.

Víctor mostró una frialdad nunca antes vista.

Sus dedos golpearon ligeramente la mesa, su tono se volvió aún más frío:

—¿Todavía quieres tu trabajo actual? Si no quieres terminar sin nada y volver al pueblo de montaña, más te vale que hables claro.

Estas palabras sonaron como una sentencia de muerte para Sonia.