Adiós, mi falso matrimonio romance Capítulo 34

Gerardo ya no respondió a los mensajes de Sofía después de eso. Tal vez esté ocupado. Sostuvo su teléfono durante un rato más antes de dejarlo a un lado.

Era consciente de que sólo actuaba así porque estaba aburridísima. Después de divorciarse, no había tenido la oportunidad de adaptarse a su nueva vida, y tenía que encontrar algunas cosas que hacer por sí misma. «Pero ¿qué pasa si soy capaz de encontrar algo que hacer? Aunque haya conseguido poner la Tierra patas arriba, sigue siendo un hecho que estamos divorciados. Ahora es un hombre que ya no me pertenece, un hombre que no me va a poner más atención». Con ese pensamiento, se dio cuenta entonces de lo inútil y aburrido que era actuar como lo hacía.

Sofía bebió el resto del agua de su vaso antes de ponerse de pie. La cantante del diminuto escenario acababa de terminar su canción y casualmente bajaba del escenario al mismo tiempo. Mientras ella se dirigía a la salida, el cantante la seguía con una guitarra en una mano. Los dos se encontraron cara a cara.

El cantante sonrió a Sofía.

-Hola.

Ella asintió y dijo:

-Me encantó tu forma de cantar, aunque no conseguí entender la letra.

El cantante dejó escapar una carcajada antes de preguntar:

-¿Estás sola?

Con un movimiento de cabeza, ella respondió:

—Sí. ¿Quieres ir a caminar? —Esto debió ser una sorpresa para el cantante, ya que tal vez era la primera vez que conocía a una mujer tan bonita y a la vez tan atrevida. Él le sonrió, sus ojos formando una media luna mientras respondía:

—Claro.

Los dos sólo habían dado unos pasos fuera del bar cuando apareció Gerardo. Parecía haber corrido hacia el bar, ya que sus pasos parecían un poco urgentes. Sin embargo, se quedó a medias cuando vio a un hombre desconocido de pie junto a Sofía. Ella mantenía una expresión neutra y tranquila en su rostro mientras hacía el primer movimiento para saludar a Gerardo.

-Creía que no ibas a venir.

—Temía que fuera peligroso que estuvieras sola —explicó en un tono bastante agitado.

El cantante no pareció encontrar las cosas incómodas ya que solo le preguntó a Sofía:

—¿Es tu amigo?

Ella asintió hacia él antes de voltear hacia Gerardo y proponerle:

-¿Por qué no vamos todos juntos a dar un paseo?

-¿Y luego? ¿No irá a echar un vistazo?

Leonardo solo se burló y cerró la puerta sin decir nada.

Con la puerta cerrada en la cara, Gerardo tocó y golpeó la puerta unas cuantas veces mientras decía:

—¿No está preocupado en absoluto? Está sola; ¿y si se deja acosar por él? -El hombre que estaba dentro no pareció escuchar sus palabras. Negándose a rendirse, Gerardo continuó-: ¿De verdad no le importa? ¿No se sentirá triste si tiene a alguien más con ella? -Ningún sonido salió del interior de la habitación.

Gerardo abrió la boca, como si estuviera a punto de seguir hablando. Tenía mucho que decir, pero después de contemplar un poco, se quedó callado. Después de todo, es su relación; podría empeorar las cosas si dijera o se involucrara demasiado en ella. Por lo tanto, esperó un rato más antes de decir:

—Esa chica, Sofía, puede ser un poco imprudente. Sólo temo que pueda dar un paso en falso sólo por sentirse menos sola después de su divorcio. -El hombre que estaba dentro de la habitación siguió guardando silencio -. Muy bien; es tarde. Descanse -dijo Gerardo en voz baja.

Leonardo se quedó detrás de la puerta con el rostro desprovisto de toda emoción. Una vez que se aseguró de que Gerardo se había marchado, se dio la vuelta y entró en su cuarto de baño. Después de quitarse la ropa, se puso bajo la ducha y cerró los ojos. Sólo los abrió después de un breve período de silencio, y entonces se dio la vuelta para cerrar el grifo. Con un gesto rápido, se acercó a su toalla y se secó el agua que había caído sobre él antes de salir a cambiarse de ropa. Luego agarró su teléfono y salió de la habitación. Todo le llevó sólo unos diez minutos.

Salió mientras hacía una llamada a Sofía. El teléfono sonó durante un largo rato, pero nadie respondió a su llamada. Rara vez maldecía, pero luego murmuró:

-Car*jo.