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Adiós, mi falso matrimonio romance Capítulo 50

Cuando Gerardo escuchó la evaluación de Leonardo sobre él, se apresuró a seguir diciendo:

—¿Cómo voy a ser superficial? ¡La mayoría de las chicas son muy agradables si tienen esas características! Si no busca esas características en una chica, ¿entonces qué busca? —Luego, añadió—: Para ser sincero, Sofía es una persona bastante agradable. ¿No la encuentra muy accesible?

Leonardo sacó su móvil y buscó un número. Luego, envió un mensaje. Al mismo tiempo, contestó a Gerardo:

—Yo no. ¿Lo es?

Gerardo lo meditó un momento y luego se sentó junto a Leonardo.

—Mire; cuando Sofía pasa, ¿cuántos hombres intentan entablar una conversación o coquetear con ella? ¿Ni siquiera se da cuenta de eso? —La mano de Leonardo se detuvo un momento y asintió. Eso podría considerarse como una afirmación a lo que dijo Gerardo. Dondequiera que fuera Sofía, no dejaban de coquetearle los hombres. Desde que estuvo en el avión hasta que llegó al hotel, incluso el cantante de aquel bar se le insinuó. Cómo podían sentirse tan atraídos por alguien que acababan de conocer era algo que nunca pudo entender. Gerardo observó la actitud de Leonardo. Luego, de inmediato continuó hablando, para aprovechar el momento—: Bueno, eso solo significa que usted es el único que no la encuentra atractiva a pesar de tenerla junto a usted. Si hubiera otra persona como Sofía, la gente se pelearía por tenerla.

Leonardo se rio en un tono alto.

-¿Cuánto te ha dado para que la elogies tanto?

—¡Estoy siendo sincero! Mire; ¿por qué no me cree? — Gerardo parecía muy serio.

Entonces, Leonardo levantó la cabeza y miró a Gerardo, sonriendo y moviendo la cabeza sin decir una palabra. Cuando Gerardo vio que Leonardo ya no quería continuar la conversación, frunció los labios y también le resultó difícil continuar la conversación. Después de que Leonardo envió su mensaje, dejó el teléfono. En ese momento, no podía soportar seguir mirando esos documentos. Parecía que no tenía nada más que hacer. Mirando a su alrededor, dijo:

-Ya no podremos trabajar con el Grupo Universum. Reserva los boletos de avión; volvamos.

Gerardo hizo una pausa, mirando con atención a Leonardo.

-¡Genial! -Gerardo parecía muy contento. Levantándose, dijo-: Entonces, ¿por qué no empezamos a disfrutar desde hoy? —Después de eso, continuó sin esperar una respuesta de Leonardo-: Hay una piscina en el tercer piso. ¿Quiere ir a verla? Ya que no es conveniente salir al exterior ahora mismo, ese lugar no es una mala opción.

Al principio, Leonardo no tenía intención de salir. Sin embargo, se dio la vuelta y miró alrededor de su habitación: tampoco parecía que hubiera nada que hacer en ella. Asintió después de considerarlo poco tiempo.

-De acuerdo.

Todo lo que necesitaban estaba preparado en la habitación. Además, los trajes de baño eran nuevos. Gerardo volvió a su habitación para tomar su traje de baño y de paso se llevó el de Leonardo. Después, fueron a la piscina. Como hacía mucho calor fuera, había más gente en la piscina que de costumbre. Después de que Leonardo y Gerardo se cambiaron, entraron. A simple vista, había mucha gente. Aunque la piscina era grande y estaba dividida en varias piscinas más pequeñas, la mayoría estaban llenas de gente. A Leonardo no le gustaban las zonas llenas de gente; prefería los lugares tranquilos. Al entrar en el lugar, se quedó de pie junto a la puerta, echando un vistazo a cada piscina. Solo alcanzó a mirar unas cuantas antes de que Gerardo se inclinara y susurrara:

-Jefe, ¿hay algún problema con mis ojos? —Leonardo lo miró. Entonces, Gerardo señaló en una dirección—. Mire; esa persona que está de pie allí. ¿No es Sofía?

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