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Adiós, mi falso matrimonio romance Capítulo 70

Aparte del antipirético, el doctor también le dio algunos medicamentos. No era necesario hospitalizarla, así que podía irse a casa de inmediato. Por eso, Leonardo la llevó de vuelta al hotel, mientras Gerardo traía algunas sábanas frescas y las ponía sobre la cama, antes de que Leonardo la acomodara sobre esta.

Como era de esperarse, Sofía se acurrucó una vez más.

Después de arroparla en la cama, Leonardo se puso a su lado y la observó.

Había una píldora encima de la mesita de noche y, aunque Leonardo no reconocía lo que era, reconoció la caja de medicamentos que había al lado. Entonces, se quedó mirando esa píldora durante un largo rato.

Al mismo tiempo, Gerardo hervía un poco de agua, antes de traer el antipirético.

-Que tome un poco de esto y que descanse bien por la noche. Mañana estará bien.

Leonardo resopló y tomó el agua de las manos de Gerardo. Como el agua aún estaba un poco caliente, la dejó en la mesa de noche.

-Esperemos a que se enfríe. De todos modos, se hace tarde. Será mejor que descanses. Yo me encargaré a partir de ahora.

Gerardo asintió y salió de la habitación.

Después, Leonardo sacó una silla y se sentó junto a Sofía. Esto era algo que nunca había hecho antes, así que se sintió refrescante de extraña manera. En ese momento, su teléfono vibró.

Sacó el aparato y vio que era un mensaje de la Señora Cibeles, aunque ya era muy tarde. Se trataba de un mensaje de WhatsApp, y encontró una foto después de abrir el mensaje.

La Señora Cibeles rara vez se tomaba fotos, era muy probable que fuera debido a su edad, ya que se sentía poco natural al posar para estas.

Leonardo echó un vistazo a la foto y vio a dos personas en ella... la Señora Cibeles e Isabel. Parecía que las dos seguían fuera de casa a esa hora y al parecer estaban comiendo. También era un raro acontecimiento ver a la Señora Cibeles haciendo el signo de la paz. Leonardo consideró que debía agradarle mucho Isabel.

Luego, volteó a ver a Isabel en la foto y pensó que, debido a los antecedentes de la Familia Ballesteros, había sentido en el pasado que él e Isabel harían mejor pareja. Aunque no la conocía bien, podía decir que era una dama culta y bien educada.

Habría sido bueno casarse con alguien así, ya que ella sería capaz de ocuparse de todo en la casa sin involucrarlo a él.

Sin embargo, Sofía apareció de la nada más tarde. En ese momento, Leonardo se dio la vuelta y miró a Sofía, que seguía acurrucada y dormida. Puso un rostro pensativo y alcanzó el vaso, para cerciorarse de que ahora estuviera a la temperatura adecuada. Después, tomó el antipirético y se sentó en el borde de la cama.

—Sofía, es hora de que tomes tu medicamento.

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