El Presidente Macías no pidió comida y a Leonardo no le molestó. Una vez servidos todos los platos, los tres empezaron a comer.
En este instante, el Presidente Macías se levantó con cierta incomodidad.
—Presidente Cibeles, disfrute su comida. Se está haciendo muy tarde. ¿Estaría bien si vengo a verlo, otra vez mañana?
Al final, Leonardo respondió:
—¡Claro!
El Presidente Macías se veía complacido, era como si acabara de recibir la promesa de Leonardo. Luego asintió a Sofía y a Gerardo antes de marcharse.
Cuando se fue, Sofía enderezó de inmediato su cuerpo y se distanció de Leonardo.
-Tch, tch... -Gerardo desaprobó-. No sé cuál va a ser la reacción de este tipo, cuando se entere de que nos hemos ido, cuando venga de nuevo mañana.
Leonardo sonrió en silencio.
Ahora que el Presidente Maclas se había ido, Sofía y Leonardo habían dejado de hablar.
Gerardo se sintió algo molesto por esa razón, ya que no podía iniciar ninguna conversación por sí mismo. Al final, solo tuvo que esforzarse por terminar rápido su comida.
Como todavía había luz en el exterior, después de la comida, Gerardo pensó en visitar una playa cercana, ya que se irían al siguiente día, pero tanto Sofía como Leonardo no dieron respuesta a esta idea.
Gerardo entonces se quedó mirando a ambos.
-¡Tomaré el silencio como un sí, de ambos! -Después, Gerardo se levantó-. Voy a pagar. ¿Por qué no me esperan los dos en la entrada?
Sofía se levantó primero y comenzó a caminar hacia la entrada del restaurante.
Después de unos segundos, Leonardo la siguió.
Gerardo estaba tardando más de lo habitual y Sofía se cruzó de brazos con cara de impaciencia. Luego, se dirigió a la salida del hotel.
Sin decir nada, Leonardo la siguió. Hacía bastante frío esta noche y Sofía siguió caminando hacia la playa sin molestarse en mirar a Leonardo, que iba detrás de ella.
Después de pagar la comida, Gerardo vio a los dos por detrás, se detuvo un segundo y comenzó a caminar hacia el ascensor, tarareando una melodía, mientras se dirigía a su habitación.
Cuando Sofía por fin dejó de caminar, después de llegar a la playa, Leonardo se acercó a ella y se puso a su lado, diciendo:
—Después de que regresemos, ve y quédate en la
Residencia Cibeles por un par de días, para averiguar lo que está pasando allí. Cuando sea seguro salir, podrás volver a tu casa.
El único propósito de Leonardo era evitar cualquier cosa mala que pudiera ocurrir, si el Presidente Macías iba hacer un gran escándalo por su decisión de dejar de trabajar con el Grupo Universum. Por lo tanto, consideraba que debía permanecer a su lado.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Adiós, mi falso matrimonio