Al entrar en la habitación del hotel, Sofía no regresó de inmediato a su habitación. En vez de eso, se sentó en el sofá.
-Vas a usar el baño, ¿verdad? Puedes ir tú primero.
Leonardo la miró, permaneció en silencio y fue a buscar su ropa de dormir antes de entrar en el baño.
La puerta del baño no estaba cerrada del todo, así que, si uno prestaba suficiente atención, podía escuchar el sonido del agua corriendo.
Mientras se sentaba en el sofá y hablaba por teléfono, aparecieron unas extrañas imágenes en su cabeza. Esas imágenes eran confusas antes de esto, pero de repente, las imágenes empezaron a aclararse como el cristal.
Una de ellas era la imagen de Leonardo desnudo, de pie bajo la regadera, y recordó que se asustó cuando lo vio desnudarse al entrar en el baño.
«¡Maldita sea!». Ese día había bebido demasiado alcohol, así que no debería recordar todos esos detalles. ¿Por qué todo se le venía a la cabeza ahora? No solo eso, sino que incluso recordaba cómo Leonardo la atormentada en la cama.
Colgó el teléfono y suspiró, antes de ponerse las manos en la cara.
Al principio, Leonardo se resistía a ella, pero ella seguía lanzándose sobre él. Tal vez el alcohol que había consumido la había vuelto desvergonzada, al igual que aquella vez anterior en la que se volvió muy atrevida y sin pena, después de beber.
Sofía rodeó entonces sus rodillas con los brazos y enterró la cara en ellas. Intentó pensar en algunas teorías políticas para reemplazar las imágenes censuradas en su cabeza.
Mientras tanto, Leonardo terminó de bañarse y salió bien vestido.
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