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Adiós, mi falso matrimonio romance Capítulo 82

Sofía nunca trataría así a la Señora Cibeles antes, así que, ¿cómo sería capaz de tolerar ese comportamiento desafiante ahora?

La mujer, de inmediato azotó los cubiertos en la mesa y preguntó:

-Sofía, ¿qué clase de modales son estos?

Leonardo levantó entonces la cabeza para mirar a la Señora Cibeles y dijo:

-¡Mamá, es suficiente!

Por su parte, Sofía imitó sin vacilar y golpeó la mesa con los cubiertos. Lanzó a la Señora Cibeles una mirada burlona.

-¡Todas esas acciones las he aprendido de usted! ¡Si soy yo la que tiene problemas con mis modales, creo que debería reflexionar sobre usted misma primero!

El rostro de la Señora Cibeles se puso rígido, no esperaba que Sofía fuera tan mordaz.

Abrió la boca.

-¡Tú...!

Sofía mantenía un rostro inexpresivo mientras observaba a la Señora Cibeles, parecía que estaba ansiosa por escuchar lo que saldría de su boca.

El comportamiento actual de Sofía hizo que la Señora Cibeles se enfadara aún más, en comparación con su comportamiento descuidado en el pasado.

La Abuela Cibeles, que estaba sentada a su lado, frunció el ceño al instante. Aunque, miró primero a la Señora Cibeles.

—¡Matilda, por favor, siéntate, come y habla con amabilidad! Han pasado muchos años. ¿Por qué sigues así?

Habiendo dicho tales palabras, la Señora Cibeles no pudo retractarse con buena cara. La mujer observó a la Abuela Cibeles y se sintió un poco molesta mientras decía:

—Mamá, ¡solo mírala! ¡Se atrevió a hablarme de esa manera!

Con eso, Sofía aprovechó la oportunidad para poner los ojos en blanco a la Señora Cibeles, mientras nadie veía. Su comportamiento era arrogante y actuaba de forma desordenada y sin miedo.

Al ver esto, la Señora Cibeles apretó los dientes y señaló con el dedo a Sofía.

-¡Mírala! ¡Solo mírala!

Sofía ajustó de inmediato la expresión de su cara y siguió actuando de forma inocente. No podía imaginarse el aspecto que había tenido en el pasado. Comparada con la de ahora, podía dejar de lado su antiguo yo.

La Señora Cibeles era una persona pretenciosa. ¿Cómo pudo ser intimidada de modo tan miserable por esta mujer en el pasado?

Esto no tenía ningún sentido. La Abuela Cibeles miró a Sofía. Por su parte, Sofía pudo mantener la calma, ni siquiera una pequeña expresión se mostró en su rostro.

Isabel, que estaba sentada a su lado, le dio una palmadita en el hombro a la Señora Cibeles.

-Señora Cibeles, por favor, no se enfade. Estoy segura de que la Señorita Calvan no lo dice en serio. Tal vez sea la medicina que ha ingerido, lo que le está causando un pequeño malestar. Por favor, no la tome en serio.

La Señora Cibeles miró entonces a Isabel. Tardó en tomar aire y luego dijo con voz reprimida:

Isabel se sintió un poco incómoda, ya que la Señora Cibeles había perseguido a la anciana. Esto hizo que se empezara a sentir un poco inquieta.

Después de un rato, Leonardo recogió sus cubiertos y la volteó a ver.

-¡En verdad lamento que tengas que presenciar esto!

Isabel entonces negó con la cabeza y dijo:

-¡Está bien! Quizás la Señora Cibeles se sienta indispuesta este día.

Leonardo asintió y continuó:

-Por favor, continúa con tu comida.

Isabel entonces apretó los labios y se quedó a terminar su comida.

Después, Leonardo volteó a ver a Gerardo y le dijo:

-¡Come! ¡Todavía tenemos que volver a la empresa cuando hayamos terminado!

Gerardo bajó rápido la cabeza y comió como si no hubiera pasado nada.

Por su parte, Leonardo no tenía ganas de seguir comiendo, volteó a ver a Sofía y se dio cuenta de que a ella no le había afectado en absoluto el incidente anterior y que estaba disfrutando de la comida. Se quedó viendo a la mujer durante un rato, antes de obligarse a seguir comiendo.

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