Unos días después de haber firmado, dieron de alta a mi pequeña. Regresamos a casa y por fin pude sentirme tranquila. Estuve asistiendo a las clases como si nada, pero una vez que salía de ellas regresaba con mi hija para cuidarla.
El día en que fui a renunciar a mis trabajos, me hicieron una fiesta de despedida y fue algo muy emotivo para mí. Extrañaría trabajar con ellos. Muchos fueron amables conmigo y eso nunca lo olvidaré.
Mi abuela no ha dejado de preguntarme por qué he renunciado, aún no le he dicho sobre la boda. El certificado de matrimonio ya me lo habían dado y lo escondía entre mi ropa para que ella no lo viera. No quería que supiera que ya estaba casada sin haber realizado la boda.
Nos encontrábamos en la sala de nuestra casa. Le ayudaba a doblar toda la ropa que se había lavado ese día y me pongo nerviosa para tocar el tema de Jason y la boda.
—Abuela, ¿Qué te pareció Jason cuando lo conociste?
—¿Hablas de tu novio?
La palabra novio me generaba un sabor amargo, pero finjo una sonrisa y finjo ser la mujer más enamorada del planeta entero.
—Sí.
—Se ve que es un gran chico, algo frío por fuera, pero dulce por dentro.
—Tienes razón, lo es.
Sí que es difícil mantener esta mentira y más a ella, quien me conoce perfectamente.
—¿Ustedes dos están bien?
—Sí. Jason y yo... Bueno... Hemos... Hemos tomado una decisión.
Ella me mira a la espera de que se lo diga, pero sé que está esperando descubrir mi mentira. Sonrío y finjo que mis nervios se deben a lo feliz que estaba y no al temor que sentía.
—Nosotros hemos decidido casarnos.
—¿Boda? Pero aún eres joven. ¿Qué hay de tus estudios?
—Seguiré estudiando, ya sabes como soy de impulsiva. Amo a Jason, abuela. Él es un gran hombre y Mía lo adora. Él fue el único que consiguió que Mía dejará de llorar cuando estaba hospitalizada. Sé que es pronto y que somos muy jóvenes, pero la vida es corta y quiero disfrutarla con él a mi lado. Quiero darle un hogar estable a Mía y que no sea juzgada por no tener un padre.
—Entiendo tu pensar, mi niña y aunque me simpatice tu novio, creo que es muy precipitado. El matrimonio es algo complejo, pero hermoso. Si hay una buena comunicación y confianza entre las dos personas, podrán enfrentarme a cualquier reto que se presente, porque los abra. De eso no lo dudes. Tendrás que enfrentarme a muchas cosas y más por la situación de nuestra familia. Es muy evidente que él viene de una familia adinerada y su mundo es muy diferente al nuestro. ¿Lo sabes y lo entiendes, verdad Zoe?
—Lo sé, abuela. Sé que tendremos muchos retos y que van a haber muchas personas que me juzgará por nuestra situación familiar, pero... Yo... Yo lo amo y quiero vivir una larga vida a su lado. Dame tu bendición, abuela. No podría hacer esto sin tu bendición.
—Mi niña... Si es lo que quieres, te voy a apoyar en todo. Tienes mi bendición.
—Gracias, abuela.
Le sonrío para que no se entere de la verdad y en ese momento llega la señora Clarisa, a quien no habíamos visto desde hace ya varios días.
—He vuelto y no pude evitar escuchar sobre matrimonio.
—Bienvenida a casa, Clarisa.
—¿Cómo estás, Zoe?
—Muy bien. ¿Cómo te fue con tus asuntos?
—Más que bien. Hola, abuela.
—Hola, hija.
—¿Cómo sigues de tus rodillas?
—Están perfectas.
—No mientas abuela. Te has estado quejando de tus rodillas.
—No es verdad.
—Claro que lo es.
—Vaya, nada ha cambiado en mi ausencia.
Las tres nos reímos por la escena que estábamos creando. Una vez que nos calmamos, la señora Clarisa se acerca a Mía y la carga con cuidado. Le relatamos lo que sucedió con ella y pude notar como se sintió culpable por no haber estado presente. También le cuento sobre mi decisión de casarme. Ella me exige presentarle a Jason o de lo contrario no nos daría su bendición. Tuve que decirle que no se preocupará, que les presentaría a Jason y fue ahí donde mi abuela ha insistido de invitarlo a cenar con nosotras.
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