Esta era una de las situaciones más incómodas que he tenido que pasar. Desde que estábamos en el ascensor me he sentido como si fuera una muñequita de trapo con la que todos pueden jugar.
Ya llevaba probándome varios vestidos. Esta prueba de vestidos era horrible. Ninguno de los vestidos que habían escogido era del agrado del anciano White. El vestido, que habían escogido al principio por su nieto y su abogado, fue totalmente rechazado. Según él, no resaltaba mi belleza en lo absoluto. Estaba cansada de probarme vestidos, quería irme a casa. Realmente, quería irme.
—Este es el último vestido, señorita. Por favor, pruébeselo.
—¡Quiero irme a casa!
—Uno más y podrá irse, algo me dice que este vestido será el indicado.
—Está bien.
Este era diferente a los demás, era totalmente rallado al cuerpo y lleno de encaje con preciosas piedras regadas en todo el vestido, era como si formarán constelaciones con ellas.
—Es precioso.
—Me alegra que le guste.
—¿Me veo bien?
—Se ve hermosa, estoy segura de esos caballeros quedarán hechizados cuando la vean. Este vestido es el único en su colección, tiene diamantes incrustados formando constelaciones. El encaje usado es el más fino y es hecho totalmente a mano y su valor es invaluable. Y lo mejor es que aún no lo hemos exhibido, usted es la primera en probarlo. Permítame ayudarla con el velo, se verá mejor si lleva todo completo.
—Te lo agradezco.
Ella se retira unos pasos para tomar una corona y el velo, me los pone con sumo cuidado y cuando termina, me veo en el espejo y no puedo reconocerme. Soy otra al estar vestida así. Comienzo a emocionarme, porque este era el vestido perfecto. Los otros eran demasiado grandes y con mucho brillo, además de que era imposible caminar con ellos por tanta tela. Mientras que este es más fácil de llevar, el brillo que tenía era el perfecto, ya que no era exagerado. Camino hasta la sala en la que estaban los hombres White y apenas cruzo la puerta, detallo sus expresiones. Ninguno dice nada, ni se mueven de sus sitios.
—¿Qué opinan?
Pregunto con timidez. Las manos comienzan a sudarme por los nervios.
Su mirada era penetrante, de todos los presentes era su mirada la que más nerviosa me ponía. ¿Le abra gustado?
—Zoe, te ves hermosa.
—Gracias, señor... Abuelo.
—Señorita, se ve fantástica.
—Gracias, Kevin.
Lo miro a él a la espera de algo, pero no dice nada. Solamente se dedica a mirarle. Que incómodo era esto.
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