Al volver a casa informé a la señora Clarisa y a mi abuela sobre la cena que tendríamos con los White. Ellas se sorprenden, pero se alegran al saber que por fin tenía un "novio" cuando en realidad ahora tenía un esposo al cual odiaba.
Una hora después de haber llegado a casa había recibido un mensaje del señor White informando que iba a enviar personal para que nos dieran lo necesario a todas y estar presentables, pues la cena sería en un restaurante de mucha clase y era requisito ir vestidos adecuadamente. Le informé que todas éramos mujeres y le di nuestras medidas como me lo ha pedido. Lo que no me esperaba era ver tantos vestidos en nuestra diminuta sala. No había siquiera espacio para caminar por tantos vestidos y tantas personas presentes.
—Ay, mi niña, ¿Dónde encontraste a un novio con tanto poder?
Tanto la señora Clarisa como yo estábamos nerviosas al ver la situación. Miento sobre cómo lo conocí, al fin y al cabo, él nunca me dijo que debía decir.
—Lo conocí de casualidad en una de mis caminatas al trabajo. Choqué sin querer con él, luego nos volvimos a ver en la universidad y desde entonces estamos juntos.
—Zoe, ¿Está segura de él? Tu abuela me contó un poco.
—Lo estoy, es un gran hombre y, además, es una gran oportunidad para qué no le falte nada a Mía. ¿No lo crees? Nuestra familia ha pasado por muchas cosas y entre ellas ha habido necesidad. Él nos dará la protección y la seguridad que necesitamos, pero también le amo. ¿No es eso genial?
Ella me mira como si no estuviera de acuerdo con esto y lo entiendo, parece que no soy muy buena mintiendo.
—No tienes de qué preocuparte, Clarisa. Si él hace algo que me lastime, me iré de inmediato y no me quedaré. Quédate tranquila, cuando lo conozcas lo amarás.
¿Cómo no lo va a amar si es un gran actor? Ya se ganó a mi abuela y Mía, las tiene en la palma de sus manos, estoy segura de que también se ganará a la señora Clarisa.
Cuando faltaba media hora para la cena con los White, estaba por pedir un taxi cuando tocan la puerta.
Toc... Toc... Toc...
La señora Clarisa es quien se encarga de abrir la puerta, mientras termino de arreglar a Mía quien no debajo de quitarse los zapatos.
—Buenas noches, señora. El señor White me ha pedido que viniera personalmente por ustedes. El auto está listo para salir de inmediato, estaré a su servicio en todo momento.
—Buenas noches, muchas gracias. Saldremos en un momento.
—Si señora, las esperaré en el auto.
El chófer de los White le hace una leve reverencia a la señora Clarisa para después retirarse y hacer lo que dijo. Ella me mira muy sorprendida al ser tratada tan formalmente, fue inevitable no sonreír al ver lo sonrojada que ella estaba por la situación.
—Mía, cariño... Necesitamos irnos, por favor sé una buena niña y deja de quitarte los zapatos.
Apenas dije eso, ella me mira con sus redonditos ojos y me sonríe. Deja de quitarse los zapatos y la cargo con cuidado, pues temía que se lastimará sabiendo que llevaba poco de haber sido de alta.
Al salir de casa, todas nos sorprendemos del auto que había enviado. Era una limusina de color negro, muy elegante. El chófer nos abre la puerta y todas subimos al auto. Un minuto después ya habíamos salido rumbo al restaurante.
—No puedo creer que enviará un auto como este por nosotras.
—Clarisa, hija, las familias ricas pueden permitírselo cuando lo deseen. No es nada raro en estas personas.
—Abuela, tienes razón. Estoy sorprendida al igual que tú, Clarisa. Sin embargo, es la primera vez que subimos a una y eso es bueno. ¿No?
—Tienes razón, aunque me hace sentir un poco incómoda. No estoy acostumbrada a esto.
—Si soy honesta, tampoco yo.
—Hijas mías, lo único que puedo decir es que sean ustedes mismas. No dejen que esto y demás lujos cambien las hermosas personas que son. ¿De acuerdo?
—Sí, señora.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Adoptando a la hija del CEO