Tres largos e intensos días han tenido los trillizos y todos en la aldea, la alfa fue secuestrada por unos asquerosos vampiros y ahora hay rumores de que cruzaron la frontera entre los mundos, si esa era la situación, ellos como lobos no podrían iniciar una guerra para recuperarla.
Tahiel habló con Ikal una vez despertó y lo hizo sentir mal de todas las maneras posibles. Actuó como un cobarde, Enola había dado la orden para que nadie los atacara y ellos se aprovecharon de eso para llegar y llevarse a su madre sin cuestionarse ni un solo segundo.
Tanok fue el último en despertar, pues el veneno que le inyectaron era tan fuerte como el que le pusieron a Enola. El hombre se descontroló de tal manera que se ofreció a matar a su propio hijo y a su beta por ineptos y estúpid0s, pero solo por su luz de luna se contuvo.
La noticia llegó a los demás reinos dentro y fuera del Lycan, las cosas no lucían bien para el Oeste, Norte ni Sur. Tanok no podía resistir más la incertidumbre y el estar lejos de su cachorrita, pero la decisión era realmente difícil, aun cuando fueran al mundo humano no podrían hacer mucho, son lobos y llamarían la atención, además que cuando estuvo con esos repugnantes humanos se la pasó más en las montañas.
―¡Lárgate! ―Gritó Tanok al ver entrar a su hijo. ―No quiero ni siquiera verte, ¡Eres más tonto de lo que consideré antes! ―Ikal tensó la mandíbula, su padre realmente desea su cabeza y no sobre su cuerpo.
―Nahil y yo iremos contigo al mundo humano. ―Dijo resistiendo la mirada aterradora de su padre. ―Los trillizos nos ayudarán a recuperarla y…
―¡¿Y ahora metes a tus hermanos en tus estupldeces?! ―Se puso en pie, ya no lo aguanta más, lo matará de una buena vez.
―Es la única manera, padre. ―Tahiel llegó justo al tiempo para salvar a su hermano mayor. ―Ikal tiene razón, mis hermanos y yo podremos ayudar, fuimos criados por brujas, ¿Lo olvidas? ―Ahora entiende la insistencia de su madre de ocultarle la verdad.
―No puedo exponerlos de esa manera, los humanos son criaturas peligrosas, ¿Cómo podría yo llevármelos a ese mundo cuando este es el único que conocen? ―Lo miró a los ojos.
―Padre, por favor… ―Le pidió desesperado. ―Extraño a mi madre y no quiero estar sin ella, no podemos perder el tiempo, ¡Hay que salvarla! ―Exigió perdiendo el control como pocas veces.
―Bien. ―Tanok lo aceptó, no podría quedarse a defender ni una aldea ni la otra cuando su mujer estaba en peligro. ―Pero antes hay que dejar en orden este lugar. ―Abriéndose paso entre sus hijos, salió de la cabaña directo a la sala del consejo.
―Alfa. ―El más anciano hizo un asentimiento con la cabeza indicando que sí aceptaban la reunión. ―¿Qué sucede?
―Dejaré a Kato y a su luna al mando. ―Kato quien había sido llamado, lo miró sin impresión alguna, es el único que queda con el suficiente poder como para mantener al enemigo a raya. ―El Norte será su protector ahora, es incierto lo que pasará, así que acepten a Kato como su líder. ―Los ancianos miraron al hombre en cuestión y asintieron, no tienen otra opción, su alfa fue secuestrada y no tienen a nadie.
―Bien, lo aceptamos. ―Kato asintió así tomando la responsabilidad de protegerlos a todos con su vida.
―Partiremos hoy al Oeste. ―Les informó. ―Mis hijos vienen conmigo, desde ahora están bajo mi protección y la de mi manada. ―Todos fruncieron el ceño.
―Pero la alfa no permitiría tal cosa, eso sería exponerlos a los peligros que asechan más allá de estas murallas. ―Una de las ancianas se negó. ―La última vez que se alejaron, los atacaron, ¿Ya lo olvidó? ―Tanok endureció el gesto.
―Pude proteger perfectamente a mis hijos, soy su padre y su lugar es conmigo. ―Sentenció con firmeza. ―Ellos vendrán conmigo y nadie puede decir lo contrario. ―Los ancianos cruzaron mirada entre ellos y después miraron a la bestia frente a ellos. Si se niegan él podría acabar con ellos sin remordimientos, eso es algo con lo que él no cuenta y por eso se le facilitaría.
―Bien, nosotros no tenemos poder sobre los niños. ―Aceptó el más anciano. ―Por favor, rescate a nuestra alfa y devuélvala a su manada. ―Tanok asintió, quería decirles que esa no sería más la manada de su cachorrita, pero prefirió callar, sabe a la perfección que para su destinada el Sur es su hogar.
Tanok reunió a algunos de los guerreros de la manada Luna Creciente para que los respaldaran, al llegar a la aldea vecina, los de la manada Creciente resguardarían mientras los demás lo respaldaban y así será hasta llegar al Oeste. De esa manera ellos llegarían bien y las otras aldeas no quedarían en desventaja en algún ataque sorpresa.
La marcha inició, los guerreros de la manada Eclipse de Luna iban al frente con su alfa, los niños iban en el medio y los de la manada Luna Creciente les protegían las espaldas. Los niños no podían estar emocionados o felices, han dejado su hogar en circunstancias lamentables y aunque había rogado a sus padres conocer el Oeste, la manera en la que lo harán no les agrada nada.
Nunca se habían separado de su madre y ahora han pasado tres días sin ella a su lado. Aquello, lejos de ponerlos tristes, los enfurecía como nunca. Tanok no estaba al cien, no dejaba de asesorarse que sus hijos estuvieran bien, a ellos no los podría perder de ninguna manera.
―¿Quieren descansar un poco? ―Se acercó a ellos.
―¿Por qué no tomamos nuestra forma Lycan? ―Preguntó Tahiel. ―De esa manera llegaremos más rápido y en un posible ataque podremos defendernos sin perder tiempo. ―Tanok sonrió, muchas veces olvida la manera en la que su mujer crio a sus hijos, fue muy inteligente de su parte hacerlo así.
―Bien, desde ahora nos transformaremos en lobo, de esa manera iremos más rápido. ―Comunicó a todos. ―Seguiremos con la formación, ¡Vamos! ―Como siempre los trillizos fueron los primeros en transformarse, quizás era que no lo controlaban, pero se transformaban a una velocidad envidiable para el resto.
Tal y como lo dijo Tahiel, todos se movilizaron con más rapidez y sin demora. Dejaban las manadas vecinas atrás y el tiempo se redujo a más de la mitad, ya podían sentir al Oeste, estaban cerca de su destino.
El Oeste tembló por la llegada de su alfa, los guerreros salieron vencedores y todos estaban seguros de que el Sur ahora les pertenecía y finalmente el Norte volvería a ellos. Las felicitaciones a los guerreros no fue más que un castigo para ellos, el saber de lo que son responsables le supo mal.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Alfa, El Padre De Mi Ex Me Enamoró