Enola miró al hombre atónita, no se midió en su ataque, de no ser por cubrir su propio cuerpo con la barrera la hubiera dañado considerablemente. Sabedora de que no había más opción que luchar para posteriormente detener la batalla y ofrecerse a irse con él para que todo acabara, dio un paso al frente, decidida a responder aquel ataque.
―Si así lo prefieres. ―Enola alzó la mano y tras apuntarlo con el dedo, una honda de poder arrasó con todo a su paso, Ares retrocedió por el impacto del ataque, ni siquiera le dio tiempo de evadirlo.
―Bruja. ―Gruñó furioso por lo que le hizo. ―Cada muerte aquí será tu culpa. ―Gritó desde la distancia. ―Cada asesinato que hemos cometido en contra de esta especie inferior es tuya, Selene. ¡Por tu culpa todas estas personas están metidas en esta guerra! ¿Y así dices que eres pura y pacífica? ¡Pacíficos mis cojones por no reventarse al no hacerte mía!
―¿Molesto porque unos simples lobos tuvieron todo de mí y tú no fuiste capaz de ni siquiera darme un beso? ―Se burló de él, debía hacer tiempo para que sus aliados llegaran y lo haría, aunque su vida como Diosa quedara expuesta. ―Eso no habla muy bien de ti, Ares, no seas patético. ―El hombre enfurecido corrió en su dirección, desea ponerle las manos encima, solo eso tiene que hacer para acabar con ella.
―Me queda claro lo zorr4 que eres. ―Gritó atacando con su espada, Enola creó una también y se defendió. ―Tus hermanos debieron hacerte la vida imposible, no dejarte en paz después de la muerte de tu hermana. ―Enola esquivó la espada a duras penas, Ares está realmente furioso.
―¿Qué te puedo decir? ―Logró cortarle el pecho. ―Cualquiera es mejor que tú. ―Aquello hizo perder toda la cordura en el hombre que parecía convulsionar de tanta ira.
―¡Ataquen! ―Ordenó a sus tropas, pero Enola no hizo lo mismo con la suya, ella no se limitó, soltó todo su poder y ella misma se encargó de los primeros en atacar.
―¡No dejaré que nadie muera hoy! ―Todos la miraron con la boca abierta, hasta el mismo Ares se encontraba en un estado de incredulidad que jamás había experimentado. Él, el Dios de la guerra, quien representa muerte, dolor y destrucción, está impresionado por como esa mujer mata hasta a diez hombres de un solo tajo.
―¡Selene! ―Ares, demostrando lo agresivo y vengativo que es, fue tras ella y cuando finalmente la tuvo a su alcance, le dio una patada en el estómago que la hizo rodar varios metros. ―Lamentarás todo lo que has hecho. ―Saltando tan alto como pudo, bajó con gran velocidad, listo para dar un golpe certero, pero Enola que se había puesto en pie rápidamente, convirtió la espadas en una lanza y lo apañó en su caída, así introduciéndola en su hombro derecho.
―¡Hay que atacar! ―Ordenó Kato. ―Esto no terminará bien, ¡Denlo todo! ―Se convirtió en lobo siendo el primero en avanzar, los demás no lo cuestionaron, todos pensaban ir contra Enola y no se lo podían permitir.
Los aliados llegaron justo a tiempo, Enola se encontraba contra el piso con la enorme mano de Ares apretando su cuello, pensar en que muchos morirían si esa batalla iniciaba, miró a Ares a los ojos, ya ha hecho suficiente y su plan puede resultar con normalidad.
―¡Alto! ―Gritó Enola escapando del agarre de Ares, pero él, que no estaba dispuesto, la tomó por el pelo y la obligó a arrodillarse mirando lo que estaba a punto de suceder.
―Mira lo que tú has provocado. ―Ares sonrió. ―Todo lo que ahí pase, las muertes, los heridos… la tristeza de esas familias que perderán a sus seres queridos…
―No tiene que pasar. ―La voz de Enola denotó miedo. ―Ares, por favor, detén a tus tropas, yo voy a detener a la mía.
―¿Por qué haría algo como eso? ―Se burló.
―Porque si lo haces podrás llevarme contigo. ―Ares alzó la mano así, haciendo que sus tropas se detuvieran. ―Kato, para. ―Gritó Enola. ―No ataquen. ―Ambas tropas pararon en seco justo cuando estaban a un paso de iniciar todo.
―Si este es un truco más, juro que este mundo no será más que polvo. ―Le advirtió poniéndola de cara a él, pero sin soltarle el pelo.
―Me rindo. ―Susurró mirándolo a los ojos. ―Ya no puedo hacer esto, no soportaría ver a nadie más morir… ―Pasó saliva. ―Mis hermanos se detuvieron, por lo que veo, pero sé que tú no lo harás y quiero evitar esto.
―¿Estás consiente que tendrás que redimirte por lo que has hecho? ―Enola asintió.
―Estoy dispuesta a recibir cualquier castigo, pero, en cambio, dejarán el plano terrenal en paz. ―Los ojos le ardieron, pero aun así prosiguió. ―Solo así prometo no intentar nada.
―Puedo hacer eso. ―Ares soltó su cabello y la tomó por las caderas. ―Te protegeré, serás mi esposa, de esa manera nadie te hará más daño del necesario. ―Enola miró a Nahil y se lo dejó todo claro, su plan había funcionado.
―Cuida de ellos. ―Sonrió mirando a todos los demás. ―Gracias. ―Susurró eso último al ser consiente de todo el apoyo que estaba recibiendo a pesar del miedo que le tenían a ella misma.
Tanok, se llamó tonto por sucumbir a su corazón, se llamó egoísta por saber que si llegaba en plena batalla sus propios aliados morirían por no confiar en él, pero prefiere que el mundo entero muera, a que lo haga la mujer que ama y jamás se detendría hasta no verla a salvo.
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