Nick
Observo el documento que se encuentra frente a mí, una y otra vez, en esa paginas esta escrito el final de mi historia con Alaia.
—Es el primer paso de la solicitud de divorcio, notificar y llegar a un acuerdo con la contraparte, Alaia ha establecido una oferta justa para ambos, no exige una manutención mensual, ni tampoco desea tomar ningún bien que le pertenezca a usted, la custodia y el apellido de los niños es un asunto del que ya se han puesto de acuerdo, según ella me comentó —explica la abogada y dejo de mirar las hojas para fijarme en ella.
—Tampoco tengo ningún interés en nada de lo que le pertenezca a Alaia —expreso serio.
—Entonces el divorcio no debería de tomar más tiempo del necesario, están de acuerdo en los aspectos principales, los cuales son los que retrasan las negociaciones para dar fin a su matrimonio —menciona y sus últimas palabras me causan un peso en el pecho, exhalo intentando mitigar la sensacion.
Juego con la pluma en mis dedos pensando en Alaia y Cedric, el que ella haya regresado comprometida con él, que sus sentimientos por mí cambiaron y no puedo culparla, pero me dejó sin armas, cuando solo quería encontrarla y decirle la verdad de lo que había sucedido, el hecho de que haya continuado con su vida cuando yo puse en pausa la mía; recuerdo el sí, después de haberle preguntado si lo amaba.
La abogada de Alaia continua en silencio esperando a que yo haga algún movimiento.
—No voy a firmarlo —tiro a un lado la pluma que sostenía en mis manos y deslizo la carpeta sobre la mesa para que llegue a la mujer que se encuentra frente a mí.
—Señor Garnett…
—¿Dejaría ir así, sin más a la persona que ama? —cuestiono y su mano permanece sobre la carpeta.
—No sería profesional de mi parte, responder a su pregunta —dice guardando los papeles en su cartera —, pero espero que este asunto se resuelva de la mejor manera, para usted y para Alaia.
Dice y asiento mirándola irse.
Vuelvo a mi oficina donde Will me espera.
—¿Lo firmaste? —pregunta apenas me ve entrar.
—No —respondo y suspiro —, estuve a punto de hacerlo, deseando que ella pueda ser feliz, pero no puedo hacerlo sin estar seguro de que lo será y de que realmente el amor que ella sentía por mí murió.
—¿Le dirás la verdad de lo que sucedió hace dos años?
—No tiene sentido ahora, siento que el saber si puedo recuperarla es lo más importante en este momento.
—¿Vas a robarte a la novia? —cuestiona Will y me hace reír, aunque no tenga ganas de hacerlo.
—Voy a robarme a la novia —asiento con firmeza, sé que no será fácil y que mis probabilidades, si es que las hay, son mínimas, pero no voy a rendirme sin haber hecho todo para recuperarla.
—Tienes mi apoyo, conseguiré un caballo —comenta logrando que vuelva a reír.
Seguimos hablando hasta que llega la hora de ir por mis hijos.
Conduzco a la casa de Alaia y siento que le he demostrado el amor que siento por nuestros hijos, que esa persona que le pidió el divorcio no existe, para que en algún momento pueda siquiera mirarme de la forma en que lo hacía antes, pero ha sido imposible, lo único que sé, es que rendirse no es una opción por ahora.
—Ik —mis hijos corres hacia mí, apenas se abre la puerta y debo confesar que verlos le da un descanso a mi atormentado corazón.
Los abrazo y beso sus cabezas antes de llevarlos al auto.
Alaia, su amigo y primo permanecen en la entrada de la puerta, pero en lo único en lo que puedo fijarme es en ella.
Paso la tarde con Alana, Noah y los perros, estos los hacen felices; un rato después llega el momento de la siesta, donde los acompaño, escuchar sus pequeñas voces, verlos, descubrir el mundo, sus risas, el hecho de que me acepten, siento que no hay mejor lugar en este mundo en el que podría estar.
Llega la hora de regresar a casa y ellos se despiden con cariño de Sophie y Marshall.
Bajamos del auto y los llevo de la mano, mientras Lola va con nosotros.
—Buenas noches, señor, la señorita desea hablar con usted —dice Sylvia, apenas entramos.
—Buenas noches, acompañaré a Lola para llevarlos a la habitación —es algo que acostumbro a hacer cuando los traigo —, bajaré en seguida —digo y subo las escaleras.
—Es hora de decir adiós a papá —me inclino ante ellos cuando llegamos a su cuarto, quiero que se hagan a la idea de quién soy, mientras espero con paciencia a que algún día puedan decírmelo.
—¿Papá? —cuestiona Noah y yo asiento, él no dice nada, solo me abraza y lo mismo hace Alana.
Suspiro rendido y salgo de la habitación, noto que la puerta de la habitación de Alaia se abre y ella sale de ahí con prisa y confieso que no estaba preparado para verla usando un vestido de novia, uno muy diferente al que uso el día de nuestra boda sin lujos, no necesitábamos nada más, nos teníamos el uno al otro.
Sintiendo la molestia de verla vestida de novia, lo que me hace darme cuenta de que no ha pausado sus planes, al contrario, insiste en ellos y tengo la certeza de que es momento de cambiar mi estrategia.
Llegamos al hospital y la reciben dos médicos quienes la ingresan inmediatamente y la llevan por una de las cuantas puertas dobles del piso.
Lola entra al hospital mostrándose calmada y entiendo que no quiere alterar a los niños.
—¿Mami? —Alana pregunta mirando a todos lados y parece que supiera que algo está sucediendo, la cargo y abrazo.
—La veremos dentro de poco, mi ángel —le digo y tomo la mano de Noah para entrar a una sala, sé que no deberían de estar aquí, pero estamos solos en esta ciudad.
—¿Cómo está? —Ignacio y otra chica que he visto en Los Ángeles llegan a pasos rápidos a nuestro encuentro.
—Aún no sabemos nada —digo y solo puedo abrazar a mis hijos, deseando que se sientan seguros.
—Familiares de la señora Russell —habla una doctora en español, solo logro entender el apellido, me pongo de pie y ella se acerca a nosotros.
—La paciente, sufrió un golpe en su tórax y tiene un corte profundo en un muslo, perdió sangre, pero ya hemos hecho una transfusión, tuvimos que sedarla para poder anestesiar la zona y suturar la herida de la pierna, el golpe de las costillas presiono los pulmones, afortunadamente no tuvo una lesión grave, pero sí requiere cuidados.
Miro a Lola y ella me traduce lo que acaba de decir la doctora.
—¿Podemos verla? —cuestiono y Lola hace la pregunta en español, la doctora asiente, procedo a seguirla, no sin antes pedirle a Lola y sus acompañantes que cuiden a mis hijos.
La mujer que lleva una bata blanca me permite el paso a la habitación, veo a Alaia en la cama, su respiración es lenta y no parece que un hijo de puta acaba de atentar contra su vida, me demuestra cuan fuerte es.
Me acerco a la cama sintiendo que mi cuerpo vuelve a la calma, tomo su mano y dejo un beso sobre el dorso de esta, solo puedo recordar la horrible sensación que me recorrió al saber que estaba en peligro.
Acaricio su rostro de la forma en que lo hacía cuando estábamos en la universidad, mi dedo llega a sus labios.
Alaia comienza a despertarse y retiro mi mano de su rostro, lentamente comienza a recorrer la habitación hasta que sus ojos llegan a mí.
—Nick —dice con voz suave y asiento, mirándola a los ojos, un cosquilleo me invade al notar la forma en que me mira, sus ojos se han suavizado, el enojo, el rencor, el odio se han ido, levanta su mano para llevarla a mi mejilla, ni siquiera puedo reaccionar a sus acciones, solo siento su suave toque pongo mi mano sobre la ella, me dejo llevar y acaricio su rostro, cierra los ojos al sentir mi tacto, no puedo controlar mis movimientos, mis dedos acarician su cabello mientras el pulgar siente la suavidad de su mejilla y despacio inclino mi rostro, sus dulces labios me reciben y algo explota en mi interior, su lengua juega con la mía de forma suave, es un beso que logra expresar varias emociones que he contenido y solo quiero disfrutarlo, pensando que es un sueño, del cual pronto despertaré, cuando siento que nos falta el aire me alejo un poco de ella, sus labios están rojos e hinchados, la miro a los ojos, que son esos mismos ojos de la chica que conocí hace cinco años.
—Te amo —expreso sin poder evitarlo.

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