Amor Adictivo de CEO romance Capítulo 1017

Zachary pasó por el pasillo y entró en un ascensor vacío.

Tan pronto como las puertas del ascensor se cerraron, quitó su fachada fría y distante. La tristeza que apareció de repente en sus ojos deslumbrantes fue tan intensa que era sofocante.

Las palabras de Ivan resonaron en sus oídos como una maldición.

'¡Soy un presagio de la desgracia! ¡Mi mala suerte lanzó una maldición mortal sobre mi niñita, a quien he estado añorando! Sotiria Green… Una mujer que ha logrado despertar emociones en mi corazón, como la niñita… Si sigo acosándola, también morirá…'.

¡Din!

Las puertas del ascensor se abrieron. La mujer que había estado esperando el ascensor afuera vio a Zachary, que seguía en el ascensor. Ella miró su deslumbrante rostro durante al menos cinco segundos, luego se sonrojó y dijo: “Señor, el ascensor ha llegado a la planta baja. ¿Por qué no sale?”.

Solo entonces Zachary volvió a sus sentidos. No miró a la mujer. En cambio, distraídamente dijo: “Gracias”.

Hacía menos de media hora, había roto las reglas y condujo el coche fuera de la sala de pacientes externos del hospital. No se molestó en cerrar la puerta cuando bajó a Garrison del coche. La puerta del coche seguía abierta ahora.

Él llegó frente al coche y estaba a punto de entrar cuando cuatro hombres de repente salieron del interior del coche y lo rodearon.

Un hombre se burló. “Lo siento, Señor Connor. Eres demasiado valioso. Uno de tus enemigos ha ofrecido 30,000,000 de dólares por ti. ¡Perdona si te ofendemos, todo es por dinero!”.

Zachary levantó una ceja con desdén. Sus ojos brillaron como un cuchillo peligroso.

“¿30,000,000 de dólares? Realmente están interesados ​​en tirar sus vidas por la borda”.

El aura poderosa de Zachary sorprendió tanto a los cuatro hombres que dieron un paso atrás. Entonces, su líder habló con una voz oscura. “No se asusten, hermanos. Sin importar cuán asombroso sea el Señor Connor. Él no podrá derrotarnos a los cuatro. ¡Vamos por él!”.

“¡Ay!”.

Con tres gritos ahogados, que sonaban como los chillidos de un cerdo, los tres hermanos y el hombre cuya muñeca había sido rota por Zachary y había sido pateado al suelo aterrizaron en el suelo todos a la vez.

Antes de que los cuatro hombres pudieran siquiera levantarse, Zachary les dio una fuerte patada en el pecho. La sangre salpicó de la boca de los cuatro hombres y ya no pudieron levantarse.

La gente a su alrededor se quedó sorprendida al ver esto.

El frío y majestuoso Zachary se negó a mirar más a los cuatro hombres y se dio la vuelta en silencio.

Sin que él lo supiera, un asesino, que se había estado escondiendo debajo de su coche, se había arrastrado silenciosamente debajo de su coche. Justo cuando Zachary abrió la puerta y estaba a punto de subirse al coche, el asesino levantó su cuchillo y lo apuntó sin piedad hacia la espalda de Zachary.