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Zenios arrojó la maleta que usó para empacar su ropa a Charlotte. “Encontrarás algo de ropa aquí. Puedes ponerte lo que quieras”.

Charlotte sacudió la cabeza. “No”.

Si esto hubiera sucedido en el pasado, se habría puesto la ropa de Zenios sin dudarlo. Sin embargo, ahora que sabía lo que Zenios sentía por ella, nunca volvería a cumplir con una sugerencia tan extraordinaria…

Ella simplemente se iba a parar en la sala y se marcharía cuando su ropa se hubiera secado.

“¡Oh! ¡De acuerdo!”. Zenios la estaba mirando fijamente. Su rostro impresionantemente atractivo se sonrojó como si hubiera lava fluyendo debajo de sus mejillas.

Charlotte estaba perpleja. “¿Qué ocurre?”.

“Eh… No es nada… ¡Ejem! Solo creo que te ves aún más hermosa con la ropa mojada, jeje…”.

Para Zenios estaba claro que debería apartar la mirada de ella en ese momento, pero parecía haber perdido el control de sus ojos, y todavía la miraba fijamente…

Era seguro decir que Charlotte se veía más atractiva y seductora ahora que cuando vestía ropa seca…

Porque, después de que la ropa fina se empapaba, tendían a adherirse a la piel, haciendo que algunas partes de su cuerpo se alzaran indistintamente como si fuera un tesoro precioso envuelto por una capa de niebla. Al mismo tiempo, Zenios no pudo evitar sentir la necesidad de explorar y mirar más de cerca esas partes encantadoras.

'¡M*ldita sea!'. Zenios sintió ganas de darse una fuerte bofetada.

La mujer parada frente a él era su suprema belleza, la diosa de su vida de la que no podía dejar de pensar y no podía tocar. Su amor por Carlie era inocente y puro, entonces, ¡¿cómo podía tener pensamientos tan pervertidos por ella!?

Al ver las extrañas emociones en la mirada de Zenios, Charlotte quiso darse la vuelta.

Sin embargo, tan pronto como puso un pie afuera, toda la energía de su cuerpo pareció haberse vaciado de una vez de repente. Sus piernas se tambalearon y se arrodilló en el suelo.

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