Amor Adictivo de CEO romance Capítulo 259

La cabeza de Charlotte resonaba.

"¡No soy una mujer promiscua y Zachary no rompió las reglas!".

"Por supuesto, no hay forma de que una mujer promiscua vaya por ahí anunciándose como la "p*ta" o "p*rra" que es, ¿verdad?", dijo Miranda mientras sonreía con malicia.

"Es una lástima que tú y Zenios hayan sido sorprendidos en el acto. No importa cuánto trates de explicarte, nadie te creerá".

Charlotte no entendía de qué estaba hablando Miranda. "He estado tratando de mantener mi distancia de Zenios, así que, ¿de qué diablos estás hablando?".

"¡Jajaja! Charlotte Simmons, tengo que decir que eres muy buena haciéndote la inocente. Si no los hubiera visto con mis propios ojos, te habría creído. Pobre Zach. Esa mirada tuya debe haberlo engañado, haciéndole creer que eres inocente".

No queriendo mirar la cara "falsa" de Charlotte, Miranda se dio la vuelta.

"Si sigues haciéndote la tonta, entonces ya no quiero seguir hablando contigo. Mi hermano está obsesionado contigo. No importa cuánto le peguemos, se niega a divorciarse de ti. Las reglas de nuestra familia son absolutas. Si no cambia de opinión, morirá".

A Charlotte le temblaban los dedos.

Había un acuerdo prenupcial entre ella y Zachary, por lo que podía cortar los lazos con ella sin avisarle.

¡Sin embargo, preferiría ser golpeado hasta la muerte antes que divorciarse de ella!

“Amo a mi hermano y también a mi mamá. Ninguno de nosotros quiere que muera. Pero no hay vuelta atrás. Una vez que comenzamos el castigo, no se puede quedar a medias. ¿Quién hubiera pensado que mi hermano sería tan terco...?".

Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Miranda cuando recordó que su hermano se desmayó dos veces durante el castigo.

“Así que, por favor, te lo ruego, Charlotte. Deja a mi hermano. Esa es la única forma de salvarlo ahora. Mi hermano ha salvado a tu familia, así que si te queda algo de conciencia, hazte un favor y apiádate de mi hermano. Déjalo en paz. Deja Rothesay y no vuelvas nunca más”.

"¡Gracias!".

Miranda entró al coche después de que terminó de hablar.

El coche de carreras elegante dio media vuelta y se fue.

Charlotte sostenía la tableta en la mano y no había nada más que una expresión sombría en su rostro demacrado.