Amor Adictivo de CEO romance Capítulo 445

Zachary la miró fijamente con su par de ojos marrones profundos, lo que hizo que se sintiera aún más nerviosa y ansiosa que una actriz recién contratada ante la cámara por primera vez.

Ella se detuvo a casi dos metros de Zachary, pero se había olvidado de lo que debía decir.

Lucas, que estaba fuera de la puerta, le recordó: “Ya puedes hablar”.

Fue entonces cuando Charlotte recuperó el sentido. Levantó la cabeza para mirar a Zachary, pero luego rápidamente volvió a bajar la cabeza. “Pues… Luke dijo que no habías comido nada todavía debido a ese incidente, así que estoy aquí para consolarte”.

“…”. Lucas se frotó con desesperación su deslumbrante cabello dorado como un nido de pájaro.

'¿Estás aquí para consolar al Segundo Amo? ¿Acaso el Segundo Amo es un niño?'.

Como Lucas esperaba, Zachary dijo con voz grave: “¿Crees que soy un niño de tres años?”.

“¡No! ¡Definitivamente no!”.

Charlotte retrocedió un paso asustada mientras miraba con recelo a Zachary. “En realidad, iba a decir que vine aquí para ver qué puedo hacer, pero… ¡Pero siempre me pongo nerviosa cada vez que te veo, así que dije algo incorrecto!”.

El corazón frío y duro de Zachary no pudo evitar ablandarse al notar su mirada asustada y lastimera.

En el pasado, ella siempre se había mostrado débil y lastimosa frente a él, y cada vez que veía esa mirada de ella, su corazón se derretía y no podía culparla sin importar el gran error que había cometido.

¡Sin embargo!

Cuando pensó que ella no se convertiría voluntariamente en su esposa… Cuando pensó que cada sonrisa y cada gesto de ella no era más que un acto deliberado para ganarse su simpatía… Su corazón se endureció de nuevo.

Si fuera en el pasado, ella ya habría huido.

Sin embargo, cuando ella vio su mano temblorosa y escuchó su voz agitada, Charlotte no se atrevió a dejarlo así.

¡Zachary!

En el pasado, él era un hombre tan fuerte. Su cuerpo era tan duro como el acero, y era el hombre más fuerte que había visto en su vida. Debería estar en lo alto y mirar a las masas como un rey, pero ahora se veía tan débil y demacrado porque no había comido nada durante los últimos cuatro días. Su rostro seguía tan apuesto como antes, como una estatua esculpida por Dios, pero había grietas en su rostro como un glaciar que había sido arrasado por un desastre, y ella era la razón.

Ella era la que había convertido a alguien tan real y respetable como él en el hazmerreír de toda la ciudad. Él había vomitado sangre hace cuatro días porque estaba muy enojado con ella, y su enojo no se había disipado hasta ahora.

¡Ella ya no quería que él se marchitara así por su culpa!