Amor Adictivo de CEO romance Capítulo 670

Jackson ayudó a Charlotte a ponerse de pie, y sus brillantes ojos brillaban con la luz de la satisfacción.

“Finalmente vengué a Bryce y también te ayudé a vengarte de ella. Incluso si tengo que pagar con mi propia vida, no me arrepiento. Pero, Hermana, me disculpo por no escucharte. Espero que no te enfades conmigo”.

“Oh, Jackie…”. Charlotte dijo su nombre con dificultad. Sus ojos se desbordaban de lágrimas y no podía ver su rostro con claridad.

“Pronto vendrán por ti. ¿Qué sigues esperando? ¡Huye!”.

Solo había una expresión tranquila en el rostro del joven guapo que seguía siendo un niño. “Hermana, nunca pensé en huir. Estoy dispuesto a asumir todas las consecuencias”.

“¡No seas tonto! ¿Tienes alguna idea de cuán grave es tu error? ¡Si te atrapan, estás muerto!”. Charlotte interrumpió a Jackson con voz temblorosa.

Al mismo tiempo, ella lo empujó nerviosamente. “¿No dijiste que siempre me escucharías? Entonces quiero que huyas ahora. Huye tan lejos como puedas, ¿me escuchas? ¡Huye! ¡Huye!”.

Jackson asintió. “De acuerdo”.

Dando largas zancadas, él corrió rápidamente hacia la entrada del salón.

Después de que Jackson se fue, Charlotte ya no pudo sostenerse. Sus piernas cedieron y se desplomó en el suelo con un ruido sordo.

En ese momento, el alto y majestuoso Zachary salió del baño.

Cuando sus ojos se posaron en el charco de sangre al lado de Charlotte, apareció una grieta en su rostro perfecto que siempre llevaba una expresión indiferente. Corrió hacia Charlotte a grandes zancadas y preguntó: “¿La mataste?”.

Fue solo ahora que Zachary se dio cuenta de que los ojos de Charlotte estaban vidriosos. Cuando la vio negar mecánicamente la cabeza, la gravedad en sus ojos se disipó un poco. No preguntó nada más y con cuidado levantó a Charlotte del suelo. Luego, caminó hacia la puerta a grandes zancadas.

“¡Segundo Amo, espera!”.

Lucas se acercó a él, en pánico.

“Esto es un desastre, y tú eres el único que puede calmar a todos. ¡Si te vas ahora, sería un desastre!”.

La mirada de Zachary era fría. Él continuó caminando hacia adelante sin mirar atrás.

“No tengo tiempo”.