Amor Adictivo de CEO romance Capítulo 81

Por un momento, Zachary sintió como si una mano invisible estuviera apretando su corazón. Tiró el libro que tenía en la mano sin pensarlo dos veces y se adelantó a ayudarla a levantarse del suelo.

Sin embargo, Charlotte ya se había levantado sola al momento en que Zachary se apresuró a su lado. Sus ojos permanecieron cerrados mientras volvía a caminar mecánicamente sobre el escritorio como un zombi.

Una expresión de sorpresa apareció en el rostro guapo de Zachary. Antes de que pudiera volver a sus sentidos, vio algo que lo sacudió hasta lo profundo. Charlotte ya había llegado al borde del escritorio, y si daba un paso más se caería al suelo.

Zachary perdió su calma usual y gritó: "¡Cuidado!". Por suerte, sus piernas eran largas. Solo tuvo que dar un gran paso, y ya estaba frente a Charlotte, lo que hizo que ella cayera directamente en sus brazos.

"¿Qué crees que estás haciendo, mujer?", preguntó Zachary, tomando su barbilla y envolviendo su brazo derecho alrededor de su pequeña cintura. Cuando vio la roncha roja en su frente, no tenía idea de por qué, pero su corazón le dolía como si alguien lo estuviera apuñalando con agujas.

Charlotte no respondió. Inconscientemente estiró sus brazos, blancos como azucenas, debajo de los de Zachary, abrazándolo con fuerza. Sacudió la cabeza de lado a lado para quitar la mano de él que sostenía su barbilla, encontró un lugar agradable sobre su pecho y cayó en un profundo sueño una vez más.

Zachary no supo qué decir. Sin darse cuenta, levantó una de sus cejas negras perfectamente formadas mientras la calidez emanaba de su fría mirada.

De repente escuchó una respiración larga y constante en el aire, y solo entonces se dio cuenta de que la mujer en sus brazos estaba caminando sonámbula.

El primer día de su matrimonio, ella se subió a su cama y lo despertó con un beso. En ese momento, ella había afirmado que era sonámbula, pero él no le creyó. Ahora, le parecía que ella no le estaba mintiendo.

Zachary no quitó los brazos de ella, permitiéndole acurrucarse contra su pecho como un gato.

Inicialmente, planeaba cargarla y llevarla de vuelta a su dormitorio. Pero cuando accidentalmente le rozó la piel con sus labios, parecía estar controlado por una fuerza misteriosa. Le levantó la cabeza y le plantó un beso entre las cejas.

El cuerpo de la mujer en su abrazo era suave y cálido, y emanaba un aroma suave y dulce que actuaba como el afrodisíaco más fuerte del mundo para él.