Amor Adictivo de CEO romance Capítulo 869

La empleada miró a Zachary y se sonrojó. “Jeje, Señor Connor, presente sus documentos de identidad y—”.

Antes de que pudiera terminar, Zachary había colocado todos los documentos necesarios para obtener el certificado de matrimonio sobre el escritorio.

Sotiria se sorprendió al descubrir que en realidad había tres fotos de ella tamaño pasaporte entre todos esos documentos. Sin embargo, nunca le había dado una foto de sí misma. Eso la había llevado a pensar que Zachary había planeado hacerlo oficial con ella de antemano, por lo que había preparado sus fotos con anticipación.

Unos minutos más tarde, la empleada imprimió dos procedimientos de matrimonio y se los entregó a Zachary mientras decía: “Señor Connor, de acuerdo con la Ley de Matrimonio de nuestro país, para obtener el certificado de matrimonio ambas partes deben estar aquí voluntariamente. Por lo tanto, debo pedirle a usted y a su futura esposa que firmen personalmente estos documentos antes de que pueda emitirles un certificado de matrimonio”.

En menos de cinco segundos, Zachary agarró su bolígrafo y firmó en los espacios que requerían sus firmas con su elegante caligrafía.

Inmediatamente, Zachary empujó los dos documentos a Sotiria. “Firma”.

Las comisuras de los labios de Sotiria se torcieron.

En el segundo siguiente, Zachary le entregó un bolígrafo negro.

Ella tomó la pluma de manera vacilante. La punta del bolígrafo se colocó en el espacio donde se suponía que debía firmar, pero no pudo terminar de firmar.

Al mismo tiempo, se imprimió el certificado de matrimonio y se colocó en el escritorio de trabajo del personal…

Sotiria sabía que siempre que firmara con su nombre, el personal sellaría inmediatamente el certificado de matrimonio y luego ingresaría el número de certificado de matrimonio de ella y Zachary en el sistema.

De esa manera, ella y Zachary se convertirían en una pareja oficial, ¡y no habría forma de revertir lo que había hecho hoy!

“¿Has olvidado cómo firmar tu propio nombre?”. Zachary la miró por el rabillo del ojo y su voz sonó terriblemente fría. “O, ¿te estás arrepintiendo ahora?”.