Amor Adictivo de CEO romance Capítulo 873

En ese momento, Sotiria, que se había sobresaltado completamente por la declaración de Zachary, no tuvo tiempo de preocuparse por otras personas. Miró a Zachary con pánico, y le tomó aproximadamente tres segundos antes de que finalmente recuperara la voz.

“Entonces, ¿qué me vas a hacer?”.

El hombre frente a ella era tan frío como un témpano de hielo. Estaba mirando a Sotiria, su mirada sombría y aterradora como si fuera el rey del inframundo que venía a recolectar su alma.

“Garrison puede salvar a tu hija una vez, pero no podrá hacerlo una segunda vez. ¡Si no consigues la licencia de matrimonio conmigo hoy, haré que ambos desaparezcan de la faz de la tierra!”.

“¡Ay santo!”.

Sotiria estaba tan asustada que sus piernas se debilitaron y casi se arrodilla frente a Zachary. Su rostro estaba tan blanco como la leche. Se puso tan pálida que no había rastro de sangre.

“¡No! Escuché que, aunque nunca muestras misericordia con tus enemigos, sigues tus principios y nunca atacas a las personas sin motivo. Tanto Naomi como Garrison son inocentes, ¡así que no hay forma de que les pongas las manos encima para obligarme a casarme contigo!”.

“Casi tienes razón. Nunca le muestro misericordia a mis enemigos…”, dijo Zachary, con una sonrisa perfecta y seductora jugando en la punta de sus labios.

“Pero Garrison no es inocente. Debes saber muy bien que lo odio por quitarme a mi esposa, así que es mi enemigo. Así que, si no te casas conmigo y Naomi sigue llamándolo papi, eso también convierte a Naomi en mi enemiga. Como dijiste, nunca le muestro misericordia a mis enemigos”.

La sangre de Sotiria se heló. Era como si hubiera caído en una cueva de hielo.

Incluso Naomi, que nunca había conocido el miedo, se sobresaltó por el aura imponente de Zachary. Ella envolvió sus brazos con fuerza alrededor de Sotiria petrificada. Ella miró levemente a Zachary, sin atreverse a hacer ni un solo sonido.

Al ver lo adorable que era Naomi, Zachary nunca había estado más decidido a convertirla en su hija. Su mirada se volvió aún más fría y su voz más profunda.

“Ahora, ven conmigo y firma los papeles. Conseguiremos nuestra licencia y nos iremos a casa juntos”.