Amor, Dulce Amor romance Capítulo 188

Leia Amor, Dulce Amor Capítulo 188

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Rebecca se sintió molesta al ver que George la ignoraba. Sin embargo, siguió conversando amistosamente: "Edward y sus padrinos llegarán pronto. Sigrid, ¿puedes llamar a las damas de honor por mí?"

"Está bien", respondió ella y subió las escaleras en compañía de George para llamar a las chicas.

En cuanto ellas vieron al hombre que llevaba a Sigrid del brazo, inmediatamente supieron de quién se trataba. Por un momento, todas lo miraron con disimulo, quién sabe lo que estarían pensando.

Sigrid entró a su habitación y sacó el código QR que había preparado. Luego, hizo que George se sentara en el pasillo de abajo y le dijo: "Tengo que irme. Quédate aquí un rato. Cuando Edward y los demás vengan más tarde, puedes entrar con ellos. ¡Te prometo que será todo un espectáculo!"

"De acuerdo". George besó su frente con una sonrisa y se sentó en el sofá.

Un sirviente se apresuró a traerle una taza de té. Detrás de él venía Kama, quien esbozando una sonrisa le dijo: "Señor Toland, aquí tiene. Es un honor para nosotros que esté aquí. Hágame saber si necesita algo más".

George asintió, aunque Kama no tenía la intención de entretener a George.

Después de todo, ella era la madre biológica de Rebecca, no la de Sigrid. Sabía que no había forma de que George le tuviera algún aprecio después de todo lo sucedido.

El novio y los padrinos llegaron puntualmente a las once y media. Estaban muy animados cuando entraron a la casa de los Vincent.

Sabiendo que la boda sería una experiencia agotadora, Edward había procurado irse a la cama más temprano durante toda la semana previa. Incluso obedeció los consejos de Rebecca y se aplicó una mascarilla cada noche. También contrató a un asesor de imagen para que lo vistiera, por eso hoy lucía mucho mejor que de costumbre, sin contar con que él era de por sí un hombre muy atractivo. Así pues, estaba seguro de que ningún otro podría superarlo.

Sin embargo, apenas entró en la casa, y vio a George sentado en el sofá, se quedó estupefacto.

De inmediato se preguntó: '¿Qué hace este tipo aquí? ¿No debería ir directamente al hotel en la noche, junto con el resto de los invitados?'

Edward se quedó inmóvil por un momento. Detrás de él, uno de sus hombres le dio un ligero empujón para que siguiera andando.

Esto lo hizo recobrarse rápidamente y asintió en dirección a George, a modo de saludo. Luego, subió las escaleras con Franklin y Kama.

George se burló de él. Cuando todos subieron, él también los siguió, deteniéndose no muy lejos para no perderse de nada.

"¡Abran la puerta! ¡Abran la puerta!", gritó uno de los padrinos mientras golpeaba la madera.

Desde el interior resonó una voz de mujer: "¿Dónde están nuestros obsequios? ¡Primero nos darán los regalos, y después les abriremos la puerta!". George no estaba demasiado interesado por el momento, ya que no se trataba de Sigrid.

Edward rápidamente sacó algunos sobres y los deslizó por debajo de la puerta.

Tras un breve silencio, alguien respondió: "¡No es suficiente! ¡Si no nos das más, ni sueñes con sacar a la novia de esta habitación!". Esta vez era la voz de Sigrid y parecía disgustada.

Al reconocer aquella voz, Edward fue incapaz de moverse. Mientras que George, por su parte, comenzó a sentirse muy animado.

Era evidente que Edward no esperaba que Sigrid exigiera más dinero. Mientras fueron novios, cada vez que salían a comer, ella siempre elegía los platillos menos costosos para ayudarlo a ahorrar todo lo que pudiera. Ahora, acababa de llenar veinte sobres, cada uno con quinientos dólares. ¡El monto total ascendía a diez mil dólares!

No le quedó otra alternativa que apretar los dientes, mientras deslizaba el resto de los sobres debajo de la puerta.

¡Tenía que ofrecer una buena imagen ante su exnovia! A pesar de que en este momento la familia Finn pasaba por una mala racha financiera, ¡lo menos que podía hacer era aparentar generosidad!

Después de recibir los sobres, hubo un breve silencio al otro lado de la puerta. Parecía como si las chicas estuvieran abriéndolos para contar los billetes. Luego, la voz de una de las damas exclamó: "¡Dos mil quinientos por persona no es suficiente!"

Capítulo 188 1

Capítulo 188 2

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