Adrienne lo miraba con ojos de perplejidad, pues no podía creer que su hermano estuviera haciendo eso. "¡Alastair, por favor!", dijo tímidamente.
Pero él no estaba dispuesto a ceder e insistió: "¡Ya te dije que no!".
Era raro que él se comportara de esa manera. En ese momento no solo estaba siendo cauteloso, sino que también se comportaba con hostilidad hacia ese hombre; lo que era inaudito para un niño de su edad.
"Gracias, pero nosotros podemos conseguir las medicinas por nuestra cuenta", dijo poniendo punto final a la cuestión.
A continuación, él tomó a su hermana de la mano para llevársela adonde ese hombre no los escuchara y la sermoneó: "No puedes aceptar nada de extraños. Te lo he dicho muchas veces, pero esto me hace darme cuenta de que nunca me escuchas".
"Es que él parece ser un buen tipo, además es muy guapo", argumentó la niña.
"¡No es guapo!", rebatió su hermano.
"¡Qué sí lo es!".
......
Theodore ya se había puesto de pie desde que el pequeño rechazó las medicinas y después se quedó parado viendo cómo se alejaban, con expresión de frialdad.
Luego se dirigió hacia su auto y, antes de subir en él, le entregó el paraguas a su asistente que estaba parado a su lado.
"Moses, sígue a los chicos y no dejes que nada les pase".
"Sí señor, de inmediato".
Después de que su asistente se fue tras los niños, Theodore bajó la ventanilla y encendió un cigarrillo.
Parecía que no iba a acabar de llover, pero la entrada al edificio de apartamentos estaba a pocos pasos de allí.
Sin embargo, la tormenta había amainado tanto que ya solo lloviznaba. Theodore y su chofer aguardaban en el auto sin hablar y lo único que rompía el silencio era el tono del celular que empezó a vibrar una y otra vez.
"Señor Godfrey", dijo de repente Emmet. "La señorita Bailey ha estado buscándolo".
Theodore estaba sumido en sus pensamientos mirando por la ventana, con un poco de confusión en los ojos.
Al observar a los gemelos, quienes habían vuelto a entrar en la farmacia, pensó que la niña se parecía a Everleigh. Esa pequeña era su vivo retrato, por lo que, al verla, nadie podría dudar de que fuera su hija.
Y en cuanto al chico, Theodore le encontró un cierto parecido con él mismo. Mientras el hombre pensaba en todo esto, esperaba a su asistente con impaciencia. Afortunadamente, este no tardó mucho.
Y después de algunos minutos, apareció Adrienne, con su hermano siguiéndola de cerca. Ellos dos salieron de la farmacia y echaron a correr salpicando hacia todos lados al brincar en los charcos de agua. Cuando llegaron a la puerta, entraron en el edificio de apartamentos.
Luego Moses le rindió un informe completo de lo que había visto: "Señor Godfrey, estoy sorprendido de la inteligencia de ese par. Le dijeron a la cajera que no tenían padre y que no era fácil para una madre soltera cuidarlos. Incluso, la niña rompió en llanto para conmoverla".
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